Pioneras en el empleo de la educación para la emigración en una comarca de Jaén

PREMIO diario jaén

26 oct 2016 / 13:30 H.

En las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado, muchos jiennenses veían en la emigración la única vía de sustento y progreso. Una situación que el joven sacerdote Esteban Ramírez Martínez conocía bien y, especialmente, su repercusión en la comarca de la Sierra de Segura. Preocupado por esa realidad, pone en marcha un proyecto de desarrollo comunitario, Plan Orcera, que tiene su eco en diferentes foros nacionales e internacionales. Esteban Ramírez consigue el apoyo decidido del obispo de Jaén, Félix Romero Mengíbar, lo que le ayuda a contactar con organizaciones e instituciones de la Iglesia y del Estado español, y consigue la financiación para su proyecto, lo que le permite la puesta en marcha de Centro Escuela de Maestras Auxiliares Serranas (Cemas). Lo ubica en un inmueble de Siles que le fue cedido y contacta con mujeres del Instituto de Misioneras Seculares para conformar el primer equipo docente. Estas pioneras fueron: Marisa Galarraga, Itziar Alzueta y Antonia Romagosa. Entre los cuatro confeccionan un plan de estudios abierto y ajustado a objetivos determinados. El plan pedagógico estaba basado en los métodos de Paulo Freire: Un sistema de participación y autogestión en todos los extremos de la convivencia, estudio y formación integral de las alumnas. El modo y las relaciones de convivencia era también parte esencial del sistema y la orientación pedagógica. Se trataba de una escuela internado y la organización y cuidado de la casa era una actividad más que implicaba a todas las alumnas. Había que aprender a convivir. Dentro de la colectividad que se formaba se exigía comprender, ayudar, respetar, ceder, ser responsables, despertar y mantener un afán de superación personal y como grupo, constantemente.

Los programas formativos incluían una instrucción general de conocimientos que luego impartirían como maestras auxiliares, y una formación técnica en materias sociales y sanitarias, potenciando las actitudes de servicio a la comunidad, de recursos de animación y movilización para motivar a la población a la que después se dirigían. La formación de las alumnas se completaba con periodos de prácticas muy planificados, primero con escolares, jóvenes y ancianos y, posteriormente, se amplía a parroquias e instituciones públicas como hospitales. El Cemas fue un centro dependiente de la estructura de Cáritas Diocesana y encontró un gran apoyo en la sociedad jiennense y, en particular, en la serrana.