Una infancia marcada por el cine

JeróniMo Lumbreras Soto

18 jun 2016 / 11:15 H.

Ahora no suele darse, porque casi todo el mundo, tanto en Jaén, como en el resto de España, nace en un hospital. Pero desde la noche de los tiempos hasta la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de los niños nacía en su casa, si esta era de sus padres, y si era de alquiler en la de los caseros, como le ocurrió a Antonio Machado, que nació en el Palacio de Dueñas, por la gracia de Dios, y no era suyo. Esos partos hogareños solía asistirlos una partera, que era una especie de matrona sin título, pero con experiencia contrastada. Jerónimo Lumbreras Soto nació, en 1957, en su casa, la de su familia materna.

Aunque sus padres vivían en Arroyo del Ojanco, su madre, a la hora de dar a luz, quiso hacerlo en el pueblo de donde procedía, Orcera, con los suyos. Y, aunque los lazos maternos siempre lo llevaron a visitar Orcera con relativa frecuencia, la infancia de Jerónimo transcurrió en Arroyo del Ojanco, que por aquel entonces había experimentado un fuerte impulso demográfico por la mano de obra que atrajo la construcción del pantano del Guadalmena.

Jerónimo creció correteando entre las olivas. Tendría 4 años cuando sus padres y sus tíos, emprendedores natos, construyeron el cine de verano del pueblo, lo llamaron “Cine Lumbreras”, y muchos vecinos, aún hoy, tienen grabado en su memoria el olor a tierra mojada, ya que, al ser de verano, se regaba el suelo antes de cada sesión para refrescar el ambiente y que no se levantara polvo. Jerónimo recuerda la música que sonaba para amenizar la espera, lo que le permitió conocer bellas melodías a muy temprana edad. Para él, su infancia fue de película en el sentido más amplio del término.

Recuerda los veladores donde se servían refrescos, cervezas y algo de cocina, el bullicio de la gente, el cascarilleo de las montañas de pipas que tapizaban el suelo con sus cáscaras, el sabor de las gaseosas, los aplausos cada vez que el bueno alcanzaba al malo, cuyo caballo siempre era muy lento.

En la adolescencia comenzó su peregrinaje en busca de un porvenir. Cursó el Bachillerato en el instituto Sierra de Segura, de Beas, yendo y viniendo a Arroyo todos los días en autobús. El COU lo hizo en Villacarrillo el mismo año que murió Franco en la cama.

Sus padres optaron por que estudiara Magisterio, la carrera más asequible para ellos. Jerónimo se trasladó a Jaén y estudió en la Escuela Universitaria del Profesorado. Cuando se diplomó, regresó al pueblo para formar parte de la candidatura del PCE de Beas de Segura a las municipales. Entonces Arroyo era una pedanía. Tras dos intentos fallidos de aprobar las oposiciones, se fue a la “mili”, a Pontevedra y Santiago. Desde 1987 trabaja de monitor escolar en el colegio Muñoz Garnica de Jaén.