La “desesperante espera” del dependiente Gregorio Navarro

La familia dice que, “por falta de dinero”, la Junta no otorga la ayuda aprobada

29 mar 2017 / 11:34 H.

La vida de Gregorio Navarro cambió, de manera drástica, hace casi dos años. El empresario, que fue presidente del Centro Comercial Abierto, sufrió un ictus, con varias réplicas y ataques de epilepsia, que le han paralizado la mitad izquierda de su cuerpo. Hace falta que lo vistan y aseen, se alimenta con comida triturada y necesita pañales. De hecho, la propia Junta de Andalucía lo reconoce como gran dependiente y le otorgó el grado III.

Esa es la teoría. Un documento, de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, fechado el 21 de abril de 2016 y firmado por la delegada Teresa Vega, le reconoce el derecho a la ayuda. Sin embargo, la familia se muestra dolida por la demora. “La respuesta que nos dan es que no hay dinero, que tenemos que esperar. Me da vergüenza, parece que pides un favor”, manifiesta, indignada, María del Carmen Navarro, hermana de Gregorio.

La espera genera la paradoja de que otra dependiente, la madre de ambos, Josefa López —quien sufre fuerte asma que la obliga a estar conectada todo el día al oxígeno y por problemas en las rodillas apenas puede andar— tiene que ayudar al paciente en gestos básicos tan simples como desenroscar el tapón de una botella de agua. Si, en cambio, se cae como consecuencia de una crisis de epilepsia, obviamente no puede levantarlo.

La persona que lleva el peso en la casa es María del Carmen Navarro, quien tuvo que cambiar de domicilio para atenderlos a los dos. Ella, al no materializarse la prestación de ayuda a domicilio, debe estar los 365 días del año al cuidado. De esta manera, relata que se levanta a las seis de la mañana para prepararlos, que los atiende también a mediodía y por la noche y que lleva a Gregorio —también lo recoge—, tres días a la semana para que acuda a la piscina cubierta. La empresaria lamenta que esta situación va en detrimento del negocio del que depende su sustento.

Tanto Gregorio y María del Carmen Navarro como Josefa López reclaman una solución. “Después de veintitantos años trabajando creo que tengo cotizado como para tener derecho a algo”, lamenta Gregorio. Mientras, su hermana explica que conoce a personas mayores que están “medio bien” y que, en cambio, sí gozan de la ayuda a domicilio y otras prestaciones. Ambos critican la ausencia de respaldo de la Junta. “Todo hay que hacerlo con dinero”, explican al detallar que el fisioterapeuta tienen que pagarlo de su bolsillo.

sin silla de ruedas ni montacargas

La familia denuncia que la administración tampoco le ayuda para instalar un montacargas en la vivienda, que permitiría a Navarro ubicar su dormitorio, como su madre, en la planta de arriba, lo que facilitaría a su hermana los cuidados. Por otro lado, lamenta que no facilite una silla de ruedas eléctrica que daría más autonomía al enfermo y le permitiría salir de casa.