Aire romero en Sierra Mágina

La ermita del camino de la Fuente Garcíez se convierte en un escenario de fiesta

16 may 2019 / 18:05 H.

El sol brillaba en todo lo alto. Abrasaba todo lo que tocaba con sus rayos. Tanto, que incluso en ocasiones era insuficiente ese gesto de hacerse aire con las manos. No había sombra de pinar u olivo que no estuviera ocupada por los romeros, que buscaban un respiro a los pies de la ermita de San Isidro, en pleno camino de la Fuente Garcíez. Algo descansaban, tras el largo camino, antes de la llegada del santo. Algún soplo de brisa fresca propio de Sierra Mágina se dejó ver en un día que, desde bien temprano, ya se preveía de bastante calor.

Pero eso no importaba, era un día grande para los galdurienses, que durante la jornada de ayer no se saludaban como lo suelen hacer a diario, sino que bastaba decir: “¡Feliz San Isidro!”, y todos contentos. Poco a poco, el paraje de la ermita comenzó a llenarse de romeros. Algunos habían completado el camino, ataviados con su bastón y, en el caso de las mujeres, con sus vestidos de faralaes y una flor bien grande en la cabeza, a cada cuál más hermosa. “Qué propia vas, cómo se nota que estamos de romería”, le decía una vecina a otra, que venía acalorada tras completar un recorrido que comenzó a las once menos cuarto, con la salida en procesión de San Isidro desde la calle Santo Cristo. El desfile no duró mucho, puesto que eran grandes las ganas de acabarlo para llegar al momento más grande, la llegada del santo a su ermita. Algunos se desesperaban hasta tal punto de preguntar, una y otra vez, cuándo iba a llegar el santo hasta su casa en el camino de la Fuente Garcíez. “¿Cuánto queda?, ¿los caballistas suben hasta aquí?, ¿y las carrozas?”, preguntaba una mujer a su acompañante, que respondió afirmativamente a todas sus dudas. “¡Ya parece que se escuchan los tambores!”, afirmó la misma señora, mientras hacía aspavientos. Todos a su alrededor se callaron y prestaron atención. Estaba en lo cierto, los sones de la Banda de Cornetas y Tambores “La Asunción” ya se dejaban escuchar a lo lejos. También había cohetes, que abrían paso a la imagen de San Isidro, que, tirado por un tractor, parecía bendecir los campos de Jódar. Llegó la banda y sus integrantes se dispusieron en las inmediaciones de la ermita. Ninguno de los romeros estaba ya sentado a la sombra. Todos querían ver, mejor que nadie, la llegada del santo a la ermita. Así fue, la imagen del santo llegó hasta el paraje. “¡Viva San Isidro! ¡Viva! ¡Viva el patrón del campo! ¡Viva!”, gritaban los que hasta allí se habían acercado entre vítores y aplausos. Una cuadrilla portó al santo hasta la ermita y la jornada se tornó festiva. Una gran paella realizada con cariño, comida a raudales y muchísima bebida para sofocar el calor, marcaron el resto de un gran día de convivencia.