Una manzana “podrida” justo en el centro del cesto

Indignación vecinal ante la decadencia de la Plaza San Juan de Dios

07 feb 2017 / 12:32 H.

Desde su azotea “toca con la mano” el Castillo de Santa Catalina, tiene a la vuelta de la esquina un centro cultural, de gran valor arquitectónico, en el que la Diputación invierte una “millonada” para “dar vida al casco histórico” y, no muy lejos, el principal teatro de una capital de provincia; en las calles de su barrio está escrita la historia de la ciudad, tanto es así que el Ayuntamiento invita a los turistas a descubrirlas. ¿Quién diría que una jiennense así tiene problemas en su casa? Pues sí. Pepi Vidal, que vive en la Plaza San Juan de Dios, todavía tiene el susto en el cuerpo cuando rememora cómo se le cayó el televisor de su dormitorio; de hecho, como recuerdo de aquel sobresalto en plenas navidades, hay una grieta en la pared por la que cabe un puño, la ve cuando se acuesta. Esa, además de otros desperfectos considerables, tejas que se mueven, humedades y, hasta que el sábado se las llevó por delante una fuerte ráfaga de viento, un muro de chapa de tres metros cuadrados, levantado para que no se venga abajo la vivienda que linda con la suya, el 9 de esta plaza, que, entre otras cosas, fastidiaba el aparcamiento del barrio, pero no la protegió del robo que sufrió cuando los ladrones se colaron por la casa vacía hasta la suya.

“Aquí pagamos impuestos, como en San Ildefonso, pero el barrio se cae a pedazos”, tercia un vecino que descubre que Pepi está narrando su experiencia. Y no es que los propietarios del número 7, el decrépito inmueble que afecta al suyo, tengan problemas económicos; de hecho, es todo lo contrario. Alberto Manzaneda, letrado que representa a la familia de Pepi, formada por ella, su marido y sus tres hijos, opina que el hecho de que la finca cayera en manos de Building Center, una filial inmobiliaria de Caixabank, complicó el proceso. La vivienda, una casa de tres plantas, iba a ser el nuevo hogar de un conocido, al que la crisis le complicó la vida y, sin habitar, comenzó su decadencia y a causar destrozos en la de Vidal. Al final, el asunto llegó a los tribunales, que le dieron la razón al matrimonio del número 9. La última resolución favorable para ellos llegó en mayo de 2016, pero, como recuerda, tras unos seis años de pleitos.

Un portavoz de Building Center explica que, ciertamente, el objetivo de la compañía, una vez analizada la situación del inmueble que posee, y conforme a los informes técnicos, es derribarlo, al resultar más sencillo que reparar los destrozos. Es claro al afirmar que se arreglarán todos los desperfectos a la vivienda colindante y circunscribe la demora en los trámites a la necesidad de recibir un informe favorable de Cultura, para determinar si el número 7 de la plaza, la casa que trae por la calle de la amargura a Pepi, está protegida. La concejal Rosa Cárdenas, al frente del área de Patrimonio y Casco Histórico, confirma este extremo y aclara que existe ya un proyecto de demolición en Urbanismo, para cuando se puedan ejecutar estos trabajos. Mientras tanto, precisa, se colocó el vallado perimetral, para evitar daños, un cerramiento metálico que se llevó por delante el fuerte viento, como confirmaron los Bomberos, que tuvieron que intervenir. Pepi confía en que, por fin, la casa vecinal deje de ser un problema y, como buena señal, ayer observó cómo se colocaba un andamio para demoler “ya mismo”.

“No podemos entrar a la cochera; huele muy mal”
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Manuel Cruz abre la puerta del inmenso garaje que hay bajo el número 1 de la Plaza San Juan de Dios, donde guardan los coches él y muchos de los residentes de este rincón del casco histórico y pregunta: “¿Hueles?”. Se responde: “Es insoportable”. No exagera, puesto que la cochera comunitaria está regada por las aguas fecales del barrio, la situación se complicó este fin de semana con las fuertes lluvias, como explican los vecinos. Otro de los afectados dice que, aunque grave, este no es el único problema al que se enfrentan. “No tenemos cubos de basura y, cuando se levanta la calle, en lugar de poner piedras para mantener el aspecto tradicional, parchean con asfalto. ¿A quién se le ocurre? Si esto es lo más bonito de Jaén”, enumera desesperado. Una portavoz de Aqualia explica que el problema se debe a que el colector de la calle Córdoba estaba fracturado y hacía falta renovar toda la red, lo que implicaba que el Ayuntamiento licitara las obras, lo que demoró los trabajos. Mientras, se achica con una bomba y se abrió una arqueta para evitar que el agua se estanque.