Un ibreño aparece muerto en el cauce de un arroyo

La investigación apunta a un accidente como causa más probable

13 feb 2018 / 09:17 H.

Apenas a unos metros de su Muralla Ciclópea, símbolo de su pasado ibero, la tragedia sacudió a Ibros en las primeras horas de este lunes. El cuerpo sin vida de un vecino fue hallado en el cauce del Arroyo Valdehermoso, en la zona más baja del barrio de Triana, pleno casco histórico del municipio de La Loma. La noticia conmocionó a sus vecinos y gran parte de la provincia. Los motivos de su muerte trata de esclarecerlos todavía la Guardia Civil.

Fue un vecino de este barrio de Triana que, poco después de las ocho de la mañana, cuando se disponía a atravesar el ajado puente de hormigón que cruza este arroyo para ir a su huerto a echar de comer a los animales, se topó con la trágica estampa: el cuerpo de un hombre, bocabajo, medio sumergido en la escasa agua que lleva. Corrió de vuelta hacia su domicilio y llamó al servicio de emergencias 112. Hasta allí se desplazaron en apenas unos minutos la Guardia Civil de Baeza, servicios sanitarios y los Bomberos de Linares. En torno a las diez y media de la mañana, ya con las autoridades judiciales en el lugar, se produjo el levantamiento. Junto al cadáver, algunos objetos personales del fallecido, como su móvil, la cartera y las gafas. Documentación que ayudó a identificar la víctima: un vecino de Ibros, Pedro Moyano Palomares, de 56 años. Tras algunos años en Barcelona, vivía de nuevo en su pueblo, con su madre, muy mayor y enferma, a la que cuidaba. En cuanto a la hora que se pudo producir el suceso todavía no se ha aclarado. Algunos vecinos aseguran que escucharon algunos perros ladrar en torno a la una y media de la madrugada, pero no se les pasó por la cabeza que pudiera ocurrir algo así. “No me lo creo, no puede ser”, se lamentaba una familiar horas después del suceso. No era habitual que Pedro Moyano Palomares, aunque vivía a unos metros del lugar donde perdió la vida, en la otra orilla, pasase por este punto para volver a su casa. “¿Qué iba a hacer por aquí?”, se preguntaban los vecinos, incrédulos.

Ahora, a falta de que la autopsia determine las causas de la muerte, los investigadores, aunque no descartaban ninguna hipótesis, sí barajaban un accidente, la desafortunada caída desde tres metros de altura hasta el cauce, como causa más probable del suceso.

“Se acuerdan de Santa Bárbara cuando oyen tronar”, lamentaban los vecinos al ver cómo los operarios municipales, y al mediodía, descargaban unas vallas para instalarlas por donde supuestamente el vecino fallecido cayó hasta el cauce del arroyo. El alcalde, Luis Miguel Carmona, explicó a este periódico que esta medida se tomó por recomendación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad para que los numerosos vecinos y curiosos que se acerquen estos días a la zona no corran peligro.

Pero la crítica de los vecinos viene de atrás, como defienden, ya que el estado del arroyo, a pocos metros de las viviendas, solo produce desagradables molestias y peligro. “En verano no puedes abrir un balcón por el pestazo y los mosquitos nos comen vivos”, denuncian los vecinos, en referencia a las molestias causadas por las aguas residuales que se vierten en el arroyo, que se complican en las épocas más secas. Lo que sí se ve a plena vista es la basura y deshechos, además de los bloques de hormigón que derrumbó la última avenida de agua. Trozos de muebles, garrafas de agua vacías, sacos y hasta juguetes conforman la inmunda y enlodada estampa. A un lado y otro, los terraplenes roban cada vez más centímetros a las huertas. Y, entre los vecinos, miedo a las avenidas o cualquier suceso. “Aquí vienen a jugar y a buscar ranas”, dice una vecina, que no duda en reprenderlos para que no se acerquen a la zona. Consultado el alcalde por la situación del arroyo, resalta que existe un compromiso con la Confederación Hidrográfica para ejecutar una cuenca de retención para proteger y asegurar la zona de riadas.