¿Qué hace Jaén con sus teatros?

    08 sep 2016 / 19:00 H.

    Pretendo esbozar mi reflexión crítica en una parcela de la cultura que, al cabo, es el ámbito que más tiempo me ha arrebatado (arrebato=pasión) a lo largo de la vida. Y lo hago desde la consciencia de que Jaén me duele globalmente, hago mías recientes palabras de Ramón Gener: “El teatro es imprescindible, sin teatro no se puede vivir. Es casi tan importante como comer. Te explica quién eres. Es un espejo en el que ves esos arquetipos que todos nosotros somos en algún momento de nuestra vida”. Y en eso llevo casi medio siglo, desde un “Luces de bohemia”, revelador, en el difunto teatro Asuán.

    Miro hacia atrás sin ira. 1977: una gira de mítines y conferencias te transportaba a espacios teatrales, a cines míticos, en Cambil, Andújar o Santisteban del Puerto..., los espacios (privados en su mayoría) con cuya existencia se toparon las primeras corporaciones democráticas, pisando los años 80. Tiempos gloriosos donde, al calor de la renovada Diputación Provincial, explotaron los grupos de teatro jiennenses, con figuras tan dignas como faltas de reconocimiento: Juan del Arco, Lola Vico, Irene Viñals, Lola Parras, Vicente R. Raigal...

    “Los espectáculos fuera, por el calor”, se nos decía a los esforzados de la furgoneta o el microbús. Porque no había apenas teatros donde representar. Nuestra tarea se concentraba en el verano, en las plazas públicas compartidas con las tómbolas o la rifa de un par de conejos. A grito limpio... pero con ecos del entremés cervantino. Aquello cambió en dos décadas: los años 90 y los primeros del siglo XXI asistieron a la fiebre constructora de ayuntamientos, Diputación, Junta de Andalucía y —en menor medida— Ministerio de Cultura. Jaén ya no era un desierto teatral, ahí están los renovados Cervantes en Linares, La Merced en Cazorla, el Darymelia jaenero, el baezano Montemar, el alcalaíno Martínez Montañés... y hasta la preciosa Chiclana llegó el afán de superar tanto abandono. Al tiempo, emergieron nuevos espacios en Jaén (Infanta Leonor), Martos (Álvarez Alonso), Vilches (Miguel Hernández)... y un luminoso etcétera. Una treintena larga de municipios cuentan ya con espacios de uso escénico, amén de que la capital, Úbeda, Baeza, Linares... cuentan con más de uno.

    ¿Dónde reside la paradoja, enorme y dolorosa, que subrayan estas líneas? En que ahora que ya tenemos teatros dignos, están infrautilizados. Su oferta escénica resulta poco más que simbólica, y su programación —cuando la hay— carece de criterio, salvo honrosas excepciones, que renuncio a citar, por mi implicación afectiva con algunas de ellas. Los programadores y concejales de cultura culpan a la falta de recursos, a los menguados presupuestos de sus áreas de trabajo. Y al final, el lobo de la penuria muerde las escuálidas carnes de nuestros creadores culturales. ¿Cuántas personas viven en nuestra provincia de su trabajo sobre la escena? En este plano, el de la creación y difusión de teatro, música y danza, hemos avanzado poquísimo en cuatro décadas.

    Y magro consuelo resulta la cantinela de la crisis. Porque antes de 2007... ¡tampoco! La mayor parte de las ocasiones en que nuestros escenarios se alumbran es para pregones de Feria (o de Semana Santa), presentación de carteles, veladas de fin de curso, carnavales, actos electorales, reuniones de asociaciones de regantes, asambleas de nuestras cooperativas aceiteras... que todo eso está muy bien. Salvo cuando sirve como tapadera que oculta una realidad incontestable: la mayoría de los teatros de Jaén apenas programan media docena de actividades culturales de relieve a lo largo del año. A una cada dos meses. Concentradas, además, en época de Feria. Y raramente se apuesta por traer o producir espectáculos de calidad, renovadores, contemporáneos.

    Mientras, las escasas compañías teatrales de la provincia no hallan un circuito eficaz de distribución que les permita salir a flote en algo tan pretencioso como vivir de una profesión para la que tienen talento. ¿Quién sabe cuándo saldremos de este profundo letargo, fruto de la desidia, el abandono y unas gotitas de incompetencia?