Los colonos de San Julián se vuelcan con su San Isidro

La imagen del patrón procesionó por las calles de la pedanía en una jornada festiva que culminó con una verbena

19 may 2019 / 12:18 H.

La pedanía de Marmolejo está de fiesta por San Isidro, como es tradición, ya que la actividad que predomina entre sus habitantes es la agricultura; por este motivo, hace tiempo se creó el núcleo urbano de San Julián, situado a siete kilómetros del pueblo, y que recibe ese nombre por el patrón. Hace años que se nombró como fiesta principal San Isidro Labrador, debido a que sus vecinos se dedicaban a trabajar los campos que rodeaban este núcleo urbano, que en estas fechas aumenta considerablemente su población.

A mediados de mayo, cada año, San Julián se engalana para celebrar, en honor de sus colonos, la fiesta de San Isidro. Sus vecinos se encargan de pasear por las calles de la pedanía, al ritmo de tambores y cornetas, la imagen del santo, para bendecir los campos y lograr así una buena cosecha. Una tradición a la que ninguno de los residentes en la pedanía falla.

El Ayuntamiento de Marmolejo preparó una serie de actos para no dejar en el olvido el objetivo de estas fiestas: en la iglesia de San Julián sonaron las campanas avisando que San Isidro ya estaba aquí, a lo que acompañaron cohetes anunciadores de unos días de fiesta se aproximaban.

Ayer, se celebró el día grande, donde mayores y pequeños disfrutaron de una jornada festiva donde la tradición estuvo muy presente. Al mediodía, se celebró una eucaristía a la que acudieron colonos y visitantes. Una vez acabada, se abrieron las puertas del templo para que, en hombros los jóvenes colonos, la imagen de San Isidro paseara por las calles y campos de San Julián. Una estampa que se repite desde hace décadas.

Una vez finalizado el camino, y ya con San Isidro en su templo, hubo una invitación popular donde colonos y visitantes disfrutaron de un rato de convivencia en el que recordaron viejas historias entre bailes y alegrías, en un día de fiesta local abierta a todo el que se acercara a San Julián. La celebración se alargó hasta la noche, donde la tradicional verbena convirtió la plaza Mayor, como en tiempos pasados, en el escenario perfecto para vivir una extraordinaria velada a orillas del río Gualdalquivir, donde el olor de los campos sembrados embriagaba el lugar, otorgándole un toque festivo a San Isidro Labrador.