Los casos de hepatitis A se disparan en el mar de olivos

La tasa es de 14,65 por cada cien mil habitantes, similar a la andaluza

01 ago 2017 / 10:45 H.

Eliminar la hepatitis. Es la campaña con la que, este año, se celebra desde la OMS en su día mundial. Esta afección vírica provocó 1,34 millones de fallecimientos en 2015, una cifra comparable con la de las muertes por tuberculosis y superior a las de VIH. Son 5 los tipos que se conocen actualmente —A, B, C, D y E—, pero solo los 3 primeros se consideran “peligrosos” para la sociedad por su niveles de contagio en la población. “Ahora mismo, la más importante para los jiennenses es la hepatitis A, a razón de la subida de casos”, afirma Rafael Martínez Nogueras, responsable de Medicina Preventiva del Hospital de Jaén. “Nosotros estamos en una zona baja en cuanto a endemia en número de casos; normalmente, en estos últimos años, entre 1,2 por cada 100.000 habitantes y año, pero en los últimos meses se han multiplicado hasta 14,65, y eso ha provocado que salten las alarmas, algo está ocurriendo”. Los sistemas de vigilancia epidemiológicos han permitido que, ante la más mínima desviación de los datos registrados, se advierta que “algo grave pasa”. El grupo de riesgo son varones de entre dieciocho y cuarenta años, y la mayoría de casos se dan en hombres que han practicado sexo con otros. Actualmente son 95 las personas atendidas en la provincia, cuya tasa es similar a la de la comunidad autónoma, en 14,12 casos por cada 100.000 habitantes.

La forma de transmisión de la hepatitis A se produce de 2 maneras: fecoral, es decir, a través de alimentos y aguas contaminadas, “por eso hay tan pocos casos generalmente, porque la red de saneamiento y seguridad alimentaria es muy buena”, y a través de relaciones sexuales de riesgo. Desde que se empieza a tener la enfermedad hasta que surge la ictericia —la repentina aparición de color amarillento en la piel y en los ojos—, en esas dos primeras semanas los pacientes son asintomáticos, pero desarrollan la afección. “Es en ese momento cuando, a través de prácticas sexuales de riesgo, tanto oral como con penetración, se tiene contacto con el virus y se pasa de persona a persona”. Martínez resalta que, a pesar de requerir ingreso hospitalario de una semana y cuidados médicos, es “muy poco probable”, en un 0,5 por ciento de los casos, que surja una hepatitis aguda, con cirrosis y muerte. “Normalmente se desarrolla de manera benigna, aunque se debe vigilar”. Un 2 por ciento de los casos registrados suele tener algún tipo de complicación mayor. “Los que fallecen son porque son muy mayores o porque hay otra patología de base que se agrave”.

“El incremento de los casos ocurre en la población de riesgo, es decir, varones de edad media que mantienen relaciones con otros hombres; los demás pueden estar tranquilos”, recuerda el responsable de Medicina Preventiva. Respecto a ese sector de la ciudadanía “se mantienen los casos de incidencia anual sin apenas variación”. Para que la cantidad de afectados no crezca, Martínez declara que se debe “calmar a la población en general, aplicar una buena higiene cuando hay sospecha de infección y vacunarse, que es efectiva al 100 por 100”. Asimismo resalta la importancia de dar recomendaciones específicas a los grupos de riesgo, como “no tener relaciones sin protección y cambia el preservativo tras cada práctica, es lo más seguro”.

Una de las posibles razones por el inesperado aumento de los afectados puede ser la “despreocupación”. “La población pierde sensibilidad hacia determinadas enfermedades infecciones con el tiempo”. Los expertos llaman a la hepatitis A una de “enfermedad reemergente”. “Estaba controlada y, de pronto, vuelve a aparecer, porque en algún momento las medidas se relajan o la susceptibilidad o preocupación por parte de la población desaparece”, asegura, y aporta: “Ahora mismo, la tendencia disminuye ligeramente gracias a la detección del sistema de vigilancia epidemiológica, pero no se debe dejar de controlar”.

Por otra parte, Martínez habla de la “mala imagen” de la enfermedad, cuyo diagnóstico, a veces, “es difícil de manejar para el paciente”. “Algunos dan toda la información para el estudio epidemiológico y poder atender y vacunar a las personas de su entorno; otros son más discretos, también depende de si se han contagiado en la ciudad o fuera del país de residencia, pues uno de los efectos secundarios de la internacionalización es el “descontrol” de la afección en el ambiente global.

Afectados por el tipo C denuncian que están “estigmatizados”

Uno de los tipos de hepatitis más conocidos entre los ciudadanos es la de tipo C, que también se recuerda en su día mundial. Desde la Plataforma de Afectados de Jaén cuentan que la enfermedad “siempre ha estado muy estigmatizada”. “La gente se ha callado mucho durante este tiempo, por temor a lo que digan los demás”, aseguran desde el colectivo, y especifican: “Hay casos de personas que, a pesar de encontrarse en la consulta, en pleno tratamiento para el hígado, niegan sufrir la afección”. Comentan que, tal como pasó con el Sida en su época, todavía se relaciona con “la prostitución, la droga y la mala vida”. Según la plataforma, como el contagio de la hepatitis C es por sangre, se unía automáticamente con las agujas, “incluso sin tener nada que ver con las personas drogodependientes”. De hecho aseguran que la gran mayoría de los miembros “no tiene ni idea” de cómo se contagiaron y se les detectó “de casualidad” en una analítica o revisión más general. Antiguamente el “desconocimiento” fomentaba la transmisión. “La gente antes no lo sabía y donaba sangre, o los dentistas o en las clínicas se usaban las mismas agujas tras limpiarlas con agua hirviendo dos segundos, lo cual era insuficiente para esterilizarlas”. Lamentan desde la plataforma que durante muchos años no tuvieron tratamiento y el porcentaje de curación era muy bajo. “Tener hepatitis C era entrar una lista para morir, solo se esperaba ver cómo se empeoraba, y varios casos terminaron en cirrosis”. Explican que existen niveles, desde F0 hasta F4, del más bajo a los más graves. “Es la única enfermedad que se valora económicamente”, denuncian, y continúan: “Siempre se ha dicho que los tratamientos son muy caros y que se había tenido que gastar mucho dinero en nosotros. ¿Acaso se ve en casos de cáncer el precio de recuperación de una persona? ¿Lo que cuesta su sanación? Mientras que a los afectados por hepatitis C, en cuanto se curan, son un ahorro, porque es total y pasa de un F4 a F2 en un año, una regeneración del hígado impresionante. Ese trato nos indigna, esa discriminación”. “Es como si hubiéramos elegido tener la enfermedad, cuando no es así”, declaran. “Se trata de vivir o de morir, no es un capricho”.