Extraordinaria carrera de fuego y emociones

Cientos de personas iluminan el recorrido en un ambiente de unión, fuerza y superación

14 ene 2018 / 13:00 H.

Tres, dos, uno... La ilusión, entre otros sentimientos, volvió a recorrer las calles de la capital a través de un río humano de mujeres y hombres en la que es “su carrera”: San Antón. Una cita deportiva que no solo reunió a los atletas de élite de Jaén, de Andalucía y de toda España, sino también a miles de personas que, junto con sus amigos o familiares, se apretaron bien las zapatillas y se prepararon para correr una de las carreras más importantes de la provincia. Caracterizada por un trayecto iluminado por la luz de las antorchas tanto por el público como por los propios corredores al final del camino, la élite del atletismo se colocó en el inicio de meta. Unos miraban al cielo, otros se persignaban. Y en el silencio de la noche, con todo el mundo pendiente del inicio, el pistoletazo de salida envolvió la Avenida de Andalucía en un sinfín de aplausos, ánimos, alabanzas y vítores. Tras ellos, los más de 1.000 aficionados —con el 70% de hombres y el 30% de mujeres— siguieron la estela de los atletas, levantaron las manos y saludaron en su paso por meta, incluso padres que llevaron a sus hijos en los propios carricoches. Hawaianas, Supermanes con pelucas rojas, tortugas ninjas, Trancas y Barrancas, ranas, flamencas... Un toque de humor, especial, característico y habitual en la carrera, y de color en un ambiente de unión, de fuerza, de superación y de esperanza. Los abrazos, las lágrimas, las sonrisas de emoción no faltaron cuando los corredores terminaron el recorrido y cruzaron la línea que indicaba el final. Un camino en el que fueron acompañados en todo momento de los miles de jiennenses que no quisieron perderse la oportunidad de disfrutar de una cita que une la magia con la pasión por el deporte. Pese a los pequeños incidentes puntuales, como el de unos niños tiraron una antorcha en una alcantarilla que se incendió y fueron los propios vecinos los que se encargaron de extinguirla, la alegría reinó en una carrera en la que son sus propios participantes y el público, que no falló en su cometido, el que la convierte en extraordinaria.