El reencuentro con la patrona

Santa Águeda procesiona en el día grande de su feria, muy especial para los emigrantes

25 ago 2017 / 12:22 H.

Hay un día en el calendario que todos los sorihueleños tienen marcado en rojo: el 5 de febrero. Es Santa Águeda, día de su patrona. Volteos de campanas y las tradicionales serenatas de felicitación son rasgos distintivos de estos días festivos pero, desafortunadamente, no todos los vecinos de este municipio de Las Villas pueden vivirlo de cerca, con la intensidad que les gustaría. Ellos, todos esos emigrantes que un día dejaron su tierra, tienen ahora otra oportunidad con las fiestas de agosto, celebradas también en honor de Santa Águeda. De nuevo, la venerada patrona volvió a recorrer las calles de la histórica villa para reencontrarse con todos los vecinos y visitantes.

Este momento, a la caída de la tarde, tras la celebración de la misa, es uno de los más especiales en estos días en los que los toros, como ocurre en muchos rincones de la comarca, y las verbenas son protagonistas. Santa Águeda, venerada imagen con cuatro siglos de historia, fue arropada por una importante representación institucional y religiosa, además del calor del pueblo y la música. En su procesión, en la que recibió los honores y honras de sus “hijos”, dejó estampas preciosas, como la salida de su templo renacentista.

“A Santa Águeda, como patrona, se le tiene mucha devoción y estos días están marcados en el calendario de muchos vecinos que están fuera como de obligada vuelta para disfrutarlos con sus vecinos y familias”, reconoce el alcalde, José Manuel Leal.

historia. La devoción por Santa Águeda se hunde en las raíces de la propia existencia de Sorihuela de Guadalimar, como recoge el historiador Manuel Jesús López Felgueras. Fue, como detalla, en 1582, cuando los sorihueleños verían concluida la construcción de su templo en el año 1582. “Una vez terminadas las obras, se quiso dotar de un retablo la capilla mayor. En el año 1582, se compra por el precio de cien ducados un antiguo retablo de la iglesia de San Bartolomé de Jaén. Es entonces cuando, para presidir el retablo y presbiterio, se encarga a un tallista, del que no se conoce el nombre, la magnífica imagen de Santa Águeda que conservamos”. “Se nos muestra de pie con pose solemne, portando en su mano derecha la palma y, en la izquierda, los pechos. Va ataviada a modo romano, con túnica y manto desde los hombros y con un tocado propio de las nobles romanas”, escribe el historiador.