El Miura que quiso matar a Rafaelillo

Emocionante corrida en Santisteban del Puerto en la que se obró un milagro

21 may 2018 / 12:45 H.

Rafaelillo puso el corazón, pero un Miura se lo intentó partir. Fue en el centro de la arena de la Plaza de Santisteban del Puerto. Torero y toro cara a cara. Verdad pura. Rafaelillo montó la espada y se tiró sobre el morrillo. Era matar o morir, al igual que Manolete en la Plaza de Toros de Linares. El Miura lo cogió del pecho y lo zarandeó en dos ocasiones. El pitón se perdió entre la camisa, como hizo Burlero con Yiyo en Colmenar Viejo. Sin embargo, por fortuna, aquí se obró el milagro. Cuando todos se temían lo peor, Rafaelillo se levantó del albero con la camisa hecha jirones y con cara de que, desde el cielo, le habían hecho un quite. Hasta el equipo médico de Rafael Flores tomó camino hacia la enfermería. En cambio, el corazón de Rafaelillo, que latió con fuerza durante toda la tarde, seguía intacto. Un milagro para lo que pudo pasar.

Rafaelillo dio una lección magistral de sabiduría ante una ganadería tan dura y, a la par, tan especial como la de Miura. Se encontró con un primer toro noble y enclasado, pero que dio guerra en el encierro y estuvo casi una hora en la calle. En cambio, no lo acusó en la plaza. Le faltó humillar, aunque el diestro suplió este defecto con la muleta siempre a media altura y con mando gracias a su capacidad para engancharlo delante y llevarlo toreado hasta la cadera. El cuarto, el que dio el gran susto, sirvió para que demostrara su capacidad ante un animal áspero, pero con mucha emoción. Lo recibió con una larga cambiada en el tercio. Con la franela, le pudo de principio a fin —al igual que al primero—, algo que le valió para poder hacer la suerte suprema y tumbarlos patas arriba. Rafaelillo fue ejemplo de entrega y de corazón, pese a que ese cuarto Miura se lo quisiera arrebatar. Javier Castaño tuvo en el segundo el toro con más transmisión y emoción del encierro. Peleó con bravura en el caballo —donde se le castigó con fuerza—. En la muleta se le arrancaba desde lejos y pedía embroque delantero y llevarlo toreado hasta el final. Era mironcete y Javier Castaño no acababa de verlo dentro del engaño. Cortó una oreja. El quinto fue totalmente diferente. Duro, complicado y para sudar delante del animal. Se metía y hasta lo buscaba con el pitón de fuera. Difícil estar delante.

José Carlos Venegas tampoco lo tuvo fácil. El tercero estuvo en el aire del Miura duro, aunque con muchos matices. Un toro muy complicado de lidiar. El sexto estaba pendiente de hasta las conversaciones del tendido. Sin humillar, pasaba sin entrega, aunque hubo gente del público que echó de menos una lidia de pitón a rabo. Sin embargo, no es el estilo del diestro de Beas de Segura.

Al final, Rafaelillo cruzó en solitario la puerta del triunfo. Es especialista en estos hierros y eso se nota. Sin embargo, el público que fue a ver la corrida de Miura se lo pasó en grande. Hubo pelea en varas y mucho que torear en cada astado. Una corrida emocionante y distinta. Santisteban del Puerto, además de Pamplona y San Sebastián de los Reyes, tiene el honor de haber echado los toros de Miura a sus calles. Un hierro legendario con animales muy diferentes entre sí que no fueron fáciles de entender. Salvo para Rafaelillo, que habla el “idioma” Miura.