El médico José López Barneo ya es Doctor Honoris Causa

12 abr 2018 / 17:34 H.

El catedrático de Fisiología de la Universidad de Sevilla (US), director del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Sevilla y coordinador de Investigación del Hospital Universitario Virgen del Rocío, José López Barneo, aseveró hoy en la Universidad de Jaén (UJA) que sin Ciencia “no hay ni Universidad, ni futuro”. López Barneo hizo estas declaraciones en el transcurso del discurso que pronunció tras su investidura como Doctor Honoris Causa por la institución jiennense.

El Claustro de la Universidad de Jaén (UJA) aprobó el pasado 2 de octubre la concesión del Doctorado Honoris Causa al médico José López Barneo, una defensa que realizó el profesor del Departamento de Biología Experimental de la UJA, Francisco Luque Vázquez. El acto de investidura fue presidido por el Rector de la UJA, Juan Gómez Ortega, que estuvo acompañado por el Rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro Arroyo. Al mismo, también asistieron los miembros del Consejo de Dirección de la UJA, así como los responsables de centro de formación y de investigación de la UJA; los ex Rectores de la Universidad de Jaén, Luis Parras Guijosa y Manuel Parras Rosa, así como Antonio Pascual Acosta, Medalla de Oro de la Universidad de Jaén.

José López Barneo manifestó que la generación de conocimiento y tecnologías propias “es el carburante de una institución prodigiosa (la Universidad); a la que pedimos preserve las esencias culturales sobre las que se sustenta nuestra sociedad y a la vez exigimos que se adapte a los tiempos e incluso que lidere la creación del futuro”. Por ello, no consideró aceptable “el contraponer, como se hace a veces, las labores docente, asistencial o de gestión con la actividad investigadora. Sin Ciencia no hay ni Universidad ni futuro”.

José López Barneo, que recibió hoy su primer reconocimiento como Doctor Honoris Causa de una universidad, hizo un recorrido emocional por su infancia en Torredonjimeno y Jaén, y aseguró que los valores que le sirvieron de guía en la juventud y en su época de formación universitaria fueron “el derecho a la educación, la igualdad y el esfuerzo. Tiempo en el que luchamos contra la injusticia social y por la consecución de las libertades básicas en España”.

En su recorrido profesional, admitió que lo más determinante para su formación profesional “fue el adquirir conocimientos sólidos de electrofisiología y biofísica de membranas y conocer las extraordinarias instituciones académicas norteamericanas”. Dichos conocimientos, propiciaron que su grupo de investigación en Sevilla fuese pionero en el montaje de las técnicas electrofisiológicas más modernas en España. Así, afirmó que, como estudiante y profesor universitario, “he luchado contra las diferencias sociales y económicas que viví tan de cerca en mi infancia y he defendido el criterio del mérito individual y la búsqueda de la excelencia”.

López Barneo hizo alusión a su investigación de la enfermedad de Parkinson, que provoca “la muerte progresiva de neuronas en diferentes áreas del sistema nervioso, sin razón inmediata aparente”. En ese sentido, manifestó que “el avance en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las mismas es uno de los retos más importantes que tiene la investigación y práctica médica del siglo XXI”. Motivados por este reto, se puso en marcha un proyecto sobre terapia celular en la enfermedad de Parkinson,” que supuso una importante reorientación metodológica y conceptual del grupo”.

En relación al Sistema Universitario Español, López Barneo abogó por abordar dos aspectos que deben recogerse en una reforma “realista y eficaz”. Por un lado, apostó por generar y potenciar “picos de excelencia” docente “y, sobre todo, científica, que nos permita ocupar un lugar en la alta competición internacional. No solo para estar bien situado en los rankings, sino para atraer inversiones y recursos externos (incluido el capital humano) del mayor nivel posible en cantidad y calidad”. Y, por otro lado, consideró necesario potenciar las relaciones entre la Universidad y el Sistema Productivo, “con sus peculiaridades y necesidades en cada territorio, y permeabilizar las relaciones entre las empresas y los departamentos universitarios”. A su juicio, es necesario que “nuestros expertos universitarios no solo generen conocimiento sino que contribuyan a la formación, desarrollo e innovación en las empresas. La Universidad debe impulsar un cambio cultural en las propias empresas y favorecer que éstas inviertan en las estructuras universitarias, para que ello redunde en el progreso económico y social con recursos e ideas propias”.