Fallece en la capital, a los 91 años de edad, el artista Antonio Jaén, un reconocido bailarín y profesor con toda una vida dedicada al baile

12 mar 2018 / 10:41 H.

S i hubo un día en el que en el Reino de España no se ponía el sol, probablemente era porque Antonio Jaén iba de escenario en escenario para derrochar su arte y pasión por el baile allá donde lo requerían, porque Jaén tenía un don del que dejaba constancia cuando empezaba a moverse. Pero si el baile era su vida, su tierra era su gran pasión, tanto que el mismo se bautizó con ella para llevar el nombre de Jaén allá por donde iba. Durante sus mejores años como bailarín, este artista se codeó con otros profesionales de la talla de Sara Montiel y diversas representaciones del mundo de la cultura y las artes escénicas. Pero si hay algo que describe cómo fue Antonio Jiménez, es la cantidad de amigos que deja, que solo pueden resaltar la gran persona de la que pudieron disfrutar. Se va con más de noventa años, pero seguro que se ha ido alegre entre un buen taconeo y sin perder el compás pero, deja un gran regalo para todos, sabiduría y grandes lecciones. Aunque, que nadie se preocupe, su figura siempre custodiará a su tierra. Ahora, seguro que todos los que fueron alumnos suyos, a los que tantos años dedicó, lo sabrán representar como merece.

U na persona con ese talento y pasión por lo que hacía merece todo el respeto pero, si además eres como era Antonio, que llevó siempre a su tierra por bandera e hizo que el nombre de Jaén se conociera allá por donde iba y se sintió siempre orgulloso de pertenecer a esta tierra, merece todo nuestro cariño. Por eso se nos va, además de una buena persona, un referente para todos nosotros y especialmente para la cultura de nuestra provincia. Conocedores de su gran trayectoria y su aportación como docente en la capital, en la que sembró las ganas de conocer el baile y formó a otros grandes artistas, el Ayuntamiento decidió trasladar la estatua que le había esculpido el artista iliturgitano Antonio Orea hasta la plaza de los Jardinillos para que todos sean conocedores de su figura.

Para mí fue muchos más que un tío, fue como un padre y hemos estado muy unidos siempre. Sin duda, lo que más destaca de la figura de Antonio Jaén no es su arte, que es innegable, sino lo buena persona que era, algo que ha quedado demostrado con la gran cantidad de amigos que tenía, que tanto lo querían, y que han arropado a la familia en este delicado momento. Fue una persona muy querida y admirada que en sus últimos años no dejó de recibir cariño, no solo con la estatua que se instaló en la plaza de los Jardinillos, sino en la propia residencia en la que vivía y en otras muchas que estuvimos visitando hasta apenas seis meses antes de su fallecimiento. Solo puedo tener palabras de agradecimiento a todos los que nos dan cariño estos días, se que siempre se le va a recordar por su talento y su gran corazón. Y para mí deja grandes lecciones de vida y ha sido un maestro, no solo como profesor, sino que como gran guía a seguir.

A aunque no lo conocía en persona, sí que soy consciente del gran legado que deja en la ciudad y en toda la provincia, por lo que creo que es un día de gran tristeza para todos y, en especial, para aquellos amantes del baile y el arte a los que se les va un gran maestro y representante. Nos queda el consuelo de todos los conocimientos que deja y los grandes artistas que formó que, sin duda, continuarán con su legado al que además tenemos que agradecer el gran respeto y amor con el que trató siempre a la provincia en la que nació y vivió hasta el final de sus días y que nunca olvidó cuando estaba fuera de ella, triunfando.

Y o empecé en este mundo con Antonio y si no hubiera sido por él no hubiese seguido bailando. A él le debo mi gran pasión por este arte y no solo es un referente artístico para mí sino para todos los que nos dedicamos a esta disciplina. Además, fue una gran persona a la que siempre he querido y respetado. Su mayor característica es la generosidad que desbordaba con todo el mundo y, en mi caso, siempre me trató como si fuera un hijo, lo que me ha hecho sentir siempre un privilegiado. Practicar con él era un lujo ya que Antonio Jaén era una fuente de sabiduría tanto en lo que se refiere a técnica y talento como en sus vivencias fuera y dentro de España que lo llevaron a conocer a los grandes artistas del momento. Además, habrá pocos que quisieran tanto a Jaén como la quiso es, sin duda, una gran pérdida para el arte y para todos los que le hemos querido y siempre le recordaremos como un referente a seguir. Siempre será mi gran maestro, además de un gran valiente por todo lo que hizo y consiguió a base de valores como, esfuerzo, constancia y mucho sacrificio, que luego nos inculcaba en las clases.+

Antonio Jaén ha sido una gran figura de esta disciplina, primero con su hermana, con la que formó un gran equipo y más tarde solo y como docente. Tiene una carrera intachable y digna de admirar. Sin duda, una de las mejores personas para representarnos fuera y dentro de la provincia. Todos los aficionados al flamenco sabemos el legado de nos deja y le recordaremos como lo que es, un grande. Además desde la peña intentamos que se le homenajeara hasta que se instaló su estatua en la Plaza de los Jardinillos. Ahora toca seguir luchando para que su legado no se pierda y aquellos que no lo conocieron puedan tener su figura siempre presente, aunque sus alumnos supieron tomar buena nota de su talento.

E s como un hermano y, al final de sus días, una especie de hijo para mí y mi mujer Pepi. Nunca se rindió y se creció ante las adversidades, algo muy digno de admirar. Lo quiero muchísimo y siempre lo querré, mi admiración por el es infinita y me siento muy afortunado por poder hacer formado parte de su vida. Estar con Antonio era un lujo porque era una fuente de sabiduría en todos los sentidos. Junto a sus amigos y el resto de familiares, su sobrino Federico fue la persona que no se movió de su lado ni un momento. Lo mejor de él era su gran humanidad, gracia y vitalidad que la derrochó allá por donde fue y de la siempre dejó constancia entre los que podían disfrutarlo. Su objetivo en la vida era hacer feliz a los demás y así lo hizo ya que era imposible estar a su lado sin una sonrisa en los labios. Sin duda me quedo con su alegría y su pasión por el baile y por compartir con todo aquel que se cruzó en su camino sin pedir nada a cambio.

Y o empecé a bailar con siete años en su escuela, por lo que fue mi primer gran maestro. Guardo grandes recuerdos y momentos que viví a su lado y esa pasión y ganas de bailar que transmitía siempre. Sin duda ha marcado escuela dentro de la provincia pero también fuera de ella. A este artista siempre le deberemos mucho porque ha sembrado talento y pasión, además de dejar el nombre de Jaén en lo más alto. Desde mi escuela, todos nosotros quisimos darle nuestro particular homenaje, que escenificamos en el teatro Darymelia, al que él asistió. Terminamos de la mejor manera que podíamos hacerlo y como el quería, en el escenario y rodeado de artistas y de su público. Cada vez que le recordemos lo haremos con una gran sonrisa.

M e da mucha pena que se haya ido, personas como él deberían ser para siempre. Como profesional era único algo que ha dejado más que demostrado con una carrera llena de éxitos fuera y dentro de la provincia. Siempre hemos sentido un gran respeto y admiración uno por el otro y si algo le caracterizaba, es que era un profesional que nunca rivalizaba con sus compañeros a pesar de ser un mundo muy competitivo. Sin duda fue una persona entregada a la danza y el flamenco, un gran maestro para muchos en todo el mundo. Además, cuando volvió, fue una gran noticia y de su escuela han salido grandes profesionales. Como profesora nunca me metí en su especialidad pero hay que reconocer, en unos tiempos en los que el flamenco estaba visto como una disciplina relegada a las clases más bajas, el fue capaz de darle un gran empuje y hacer que mucha gente se interesara por este arte tan nuestro y de tanta calidad. Siempre le recordaré y lo admiraré.

E star cerca de Antonio era tener la suerte de compartir momentos con alguien sumamente especial porque era una persona y una profesional excepcional. Yo aprendí mucho de él y creo que hace muchos años que Jaén no da un artista con sus características. Deja mucho arte con su amplia experiencia y una gran humanidad que lo hace único y quienes los conocimos lo sabemos. Paseó el nombre de Jaén e hizo que muchos nos situaran en el mapa.

Un arte que no dudó en compartir con los suyos

Cuando Antonio Jiménez Silva decidió bajarse de los escenarios, no lo hizo nunca del todo, ya que volvió a su tierra y creó la Escuela de Baile Antonio Jaén para compartir toda su sabiduría con las nuevas generaciones. Un centro en el que estuvieron alumnos de tan elevado nivel como Manuel Bellido o Antonio El Tabanco. Esta escuela se transformaría más tarde en la Asociación Cultural Olivares, por la que también pasaron cientos de jóvenes a los que dedicó casi veinticinco años de su vida. Tanto aportó en la provincia que esta quiso recompensar una pequeña parte de su herencia con una estatua de bronce del propio bailaor en La Plaza de los Jardinillos y un homenaje que varios artistas flamencos le rindieron en el teatro Darymelia. Los últimos años los pasó en una residencia en su tierra como no podía ser de otra manera, en los que recordaba viejos tiempos y recuerdos inmemorables, aunque de vez en cuando tenía que visitar otros centros en los que se le recordaba como lo que era, una grande de la música y el arte jiennense.