Coto Ríos se vuelca en la romería colorista del Apóstol Santiago

Los cofrades tiraron del carro con la imagen en un recorrido de 5 kilómetros

26 jul 2017 / 12:03 H.

Llegar a la Torre del Vinagre es por si solo, un espectáculo para los sentidos; hacerlo cuando la Romería de Santiago está a punto de iniciar su recorrido es algo digno de visualizar. Decenas de caballos con monturas y jinetes sutilmente engalanados a los que se suman carretas llenas de color, esperan para acompañar al Santo en su paseo anual desde este enclave hasta su Ermita en el núcleo de Coto Ríos. Un trayecto de apenas tres kilómetros bajo sombras de pinos centenarios. El santo, en una humilde pero preciosa carreta es conducido por un grupo de vecinos en cuyos rostros se nota el fervor. No importa ni el sudor ni el esfuerzo, todo fluye cual si apenas hubiese que esmerarse.

A medio camino, una parada en Mirasierra, uno de los establecimiento hosteleros con más solera e historia de esta zona del Parque Natural. Toca un refrigerio. Sin que decaigan los vivas, la música y los bailes, los lugareños y muchos venidos de la comarca, incluso de otras provincias, son un caudal de jovialidad que discurre paralelo y abrazado al Gualdalquivir. La entrada de Santiago en Coto Ríos es un espectáculo vibrante y brillante. Cruza el gran río Betis, ahora mermado en caudal debido a la escasez de precipitaciones primaverales, no por el puente sino por el mismo cauce. Quizá sobran las palabras para expresar tan bella postal o quizá harían falta más de las que permite esta columna. El caso es que Santiago besa y se empapa de sus cristalinas aguas. Dicen que el paso del Vado del Quema, allá por Huelva, es singular, no lo es menos el paso de esta imagen por ese río que aguas abajo preñará a toda Andalucía. Apenas quinientos metros, en una subida que gracias al fervor de los porteadores ni parece larga ni siquiera dificultosa, para llegar a la ermita y culminar los actos religiosos con una misa. La ceremonia concelebrada por dos sacerdotes, el actual y el que lo fuera hace décadas, hace que esta iglesia coqueta y acogedora se llene de fieles . La música de un coro acompaña la homilía. Santiago debe sentirse feliz por el amor que le profesan su fieles.

Toca comida colectiva, delicioso cordero y paella. Nadie se siente extraño, todos forman parte de una gran familia en pleno parque natural. Cae la tarde y la música y el baile se adueñan del entorno, hay alegría.