Una gran noche, excepcional, la 33

18 jun 2018 / 17:10 H.

Decía “Cantinflas” que “la primera obligación de todo ser humano es ser feliz y la segunda, hacer felices a los demás”, que también podría transcribirse en que “para que te quieran tienes que querer primero” y en ese mar de regocijo por las cosas bien hechas navegamos complacidos en una nueva edición de los premios Jiennenses del Año, una gran noche para Jaén, excepcional gala la vivida en el IFEJA, la 33 edición de unos galardones que aplauden a rabiar a personas, instituciones y colectivos porque, sencillamente, hacen las cosas bien, porque, sin esperar aplauso, a diario se ganan el afecto y cuando divisamos su trabajo nos despierta una sonrisa, además de una reconocida y reconocible satisfacción de pertenencia a una tierra y a una sociedad como la nuestra. Cuando tanto tiempo concedemos a la desesperanza, que triunfe la alegría es de celebración.

33 grandes noches para Jaén se dice y se lee con apacible facilidad y felicidad, 33 ediciones de unos premios suman, año tras año, un espectacular escaparate de todo lo bueno que atesora esta tierra maravillosa. 33 veces que hemos sido testigos de esa otra Jaén alejada del ruido y la disputa porque ensimismada en lo suyo, engrandece con su esfuerzo silencioso el mañana del Santo Reino. No seríamos iguales sin su ejemplo constante, no seríamos los mismos si su perseverante abnegación no hubiese estado ahí, llueva o truene, escampe o la luna escondida haya oscurecido la noche más de la cuenta. Los premiados como Jiennenses del Año son la mejor bandera de la que presumir y con la que identificarnos. El respaldo a las proclamaciones, año tras año, no hace más que responsabilizarnos aún más a quienes tenemos el alto honor de hacer de nuestro trabajo satisfacción diaria del servicio a los ciudadanos a través de un periódico como el que tienen en sus manos. Para noticias buenas y no tan buenas, como las vida misma, para reportajes llamativos, fotografías que emocionen y también para entrevistas con chispa, Diario JAÉN. Para las cosas del alma, también nos tienen aquí.