Pulso entre dos líderes

01 may 2017 / 18:13 H.

Están considerados los adláteres de Javier Arenas y María Dolores de Cospedal en el combate que nació en Madrid y que tiene su fiel réplica en el feudo jiennense. Juan Manuel Moreno Bonilla y José Enrique Fernández de Moya son representantes de un mismo partido y, aunque parezca mentira, mantienen un pulso que viene de lejos y que, en los prolegómenos del XII Congreso Provincial del Partido Popular, se convierte en un combate cuerpo a cuerpo. La relación entre ambos dirigentes empezó bien. Eran muy jóvenes cuando se conocieron en Nuevas Generaciones hasta que sus destinos, ya con barbas y unas cuantas canas, se toparon de frente. No estaba escrita en la hoja de ruta del jiennense la designación de Juan Manuel Moreno Bonilla como sustituto de Juan Ignacio Zoido al frente del partido en la comunidad andaluza. La caída de José Luis Sanz frenó sus expectativas de dar el salto a la política regional y, desde aquel preciso momento, comenzó un duelo entre líderes que continúa.

El primer asalto en esta nueva etapa de renovación orgánica lo ganó el actual presidente del Partido Popular en Andalucía. Se le metió entre ceja y ceja aquello de la incompatibilidad de cargos y, no sin esfuerzo, consiguió forzar a la dirección nacional para aplicar su ambición en el secretario de Estado de Hacienda, que milita en Madrid en el bando crítico. Lo logró. José Enrique Fernández de Moya no tuvo más remedio que tragar saliva y empezar a jugar sus cartas. Con la foto fija del alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, rodeado de máximos dirigentes municipales de toda la provincia, vio en una persona joven y preparada el espejo en el que mirarse todos los días y, a la vez, controlar un aparato que, hoy por hoy, resulta incontrolable. Juan Diego Requena, que tan a gusto estaba en lo suyo, fue el elegido para continuar los pasos del presidente. El jueves pasado se celebró la primera vuelta electoral en la que los críticos del porcunense y los oficiales del santistebeño salieron como el rosario de la aurora. Basta con decir que las urnas se cerraron a las siete de la tarde y el recuento terminó al filo de las dos de la madrugada. Esa noche se perdieron las formas que promulga un partido acostumbrado al silencio, la calma y la disciplina. Miguel Moreno está convencido de que tiene los suficientes votos como para ser declarado candidato único. Juan Diego Requena se cierra en banda y, consciente de que no tiene el respaldo que su contrincante, se ve legitimado para ser presidente con el cuestionado apoyo de los compromisarios.

El caso es que Juan Manuel Moreno Bonilla ganó el primer asalto, el de imponer un militante, un cargo. Sin embargo, el segundo se le resiste y, a estas alturas de la película, se desconoce si tendrá la fuerza suficiente como para apartar de una vez por todas a quien considera sin principal “enemigo íntimo” dentro de su propio partido. La dirección regional sentará en una mesa, mañana, a los candidatos provinciales para intentar imponer un acuerdo de integración que se presagia harto difícil. Complicado está bajar del burro a uno de los dos tras la guerra del “excell” que se libró en San Clemente, aquella noche para no dormir, con los resultados electorales.

La resolución del conflicto llegará, no hay vuelta de hoja. El problema está en los efectos colaterales de la ruptura interna de una fuerza política que lucha, desde hace tiempo, por arrebatar la Diputación al Partido Socialista en Jaén. Hay alcaldes que amenazan con solicitar su baja como militantes si, después del culebrón, continúa la batalla por el control de un aparato debilitado.