Lo esencial es invisible a los ojos

No hay mejor libro para el “señor Jota” que “El Principito”, pesa poco pero su densidad es de tal calibre que cualquier frase se adentra en nuestras entrañas en cada lectura y relectura. Su dependencia es tal que allá donde haya una mesa en la que labore, pastoree o repose, está la genial obra de Antoine de Saint Exupéry. Es bucolismo en estado puro, pero también entrañable y puñetera (“Todas las personas fueron al principio niños, aunque muy pocas lo recuerdan”) amén de sorprendente (“Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”). Así las cosas, con este buenismo alrededor que tanto poco bien le hace a Jaén, será por lo que de vez en cuando cruza de trinchera y pide que se apiade de nosotros al general Sun Tzu, el autor del más famoso libro sobre batallas, escrito hace ahora de 2.400 años. Les habla el “señor Jota” de “El arte de la guerra”, una obra breve, al igual que la de Saint Exúpery, colmada de grandes enseñanzas (“Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca”) y mejores ejemplos (“Estrategia sin táctica es el más lento camino hacia la victoria; las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota”). También elementales lecciones de obviedad muy aplicables a Jaén Merece Más (“Si la lucha asegura la victoria, entonces debes luchar, incluso si el gobernador lo prohibe; si la lucha no asegura la victoria, entonces no debes luchar incluso por orden del gobernante”). Es en esta dicotomía entre el bien y el mal, cuando nace el ser contradictorio que llevamos dentro, empeñado en dividir la vida entre malos y buenos, listos y tontos y asegura el “señor Jota”, cada día más acostumbrado a hacerse el burro para que lo molesten menos lo que van de sabiondos, que a esta sociedad nuestra tan emponzoñada, le vendría bien una pasada por las páginas del libro del general chino Tzu. Quizá así nos harían más caso, quizá de esta forma dejarían de tomarnos el pelo, podría ser que con tanta jacarosa enjundia guerrera las huestes de la política entraran en razón de que con el peso del Poder no van a ganar la guerra del futuro, que en sus manos es menos que ninguno y se remite a cualquier plan estratégico, edición anual revisada y sabrosamente pagada... Pero a la vez que piensa en imaginarias lanzas, recuerda la gran obra de Cervantes: “Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suelen llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas” y si no vale y nos volvemos agnósticos, pues vuelta al buenismo: “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”, decía El Principito, y no de Jaén.