El rostro
de Cristo

14 feb 2018 / 09:12 H.

En ocasiones una pequeña ciudad de provincias consigue estar al filo de la noticia. Sin embargo el motivo de ese protagonismo mediático tiene que ver con una polémica, vieja en el fondo aunque inédita en la forma de manifestarse. La dialéctica permanente entre dos libertades clásicas y fundamentales. El tradicional conflicto entre el derecho a ser respetado en las propias convicciones religiosas, frente a una libertad de expresión amplificada hoy de manera extraordinaria por las modernas tecnologías. En este dilema no podemos sino decantarnos por priorizar la segunda, ya que una Democracia no puede existir sin el derecho a comunicar las ideas y los pensamientos individuales, aunque estos puedan resultar incómodos a la sociedad. Cierto que ninguna libertad o derecho, por muy esenciales que sean, se pueden ejercer de manera abusiva o ilimitada. Pero condenar a quien la ejerce de manera legítima en mi opinión, por un escarnio religioso que solo está en la mente de una minoría, nos coloca en una frontera peligrosa, donde la tolerancia desaparece por la imposición y las prohibiciones de una época por fortuna ya superada en este país. Porque en el fondo Cristo tendrá siempre rostro de hombre, y seguramente también de mujer.