Unidos al dolor de una familia

12 mar 2018 / 09:57 H.

Toda la sociedad vivió los últimos trece días con la esperanza de que el pequeño Gabriel, el niño de ocho años desaparecido en Almería, fuera hallado sano y salvo. El país ha seguido con interés y preocupación las novedades de un caso que conforme pasaban los días hacía temerse lo peor. La confirmación por parte del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, del hallazgo del cadáver del menor en el maletero del coche de la pareja de su padre y la detención de ella cayó como un jarro de agua fría al mediodía de ayer. La trágica noticia ha dejado a los ciudadanos con el corazón encogido tras una movilización que llenó de “pescaítos” —el apodo con el que Patricia llamaba a su hijo Gabriel— las redes sociales. Un triste final sobre el que aún hay muchas incógnitas que serán desveladas a raíz de la investigación que continúa abierta por parte de la Guardia Civil, a la que hay que felicitar por su buen trabajo.

Resulta increíble la frialdad con la que la presunta autora de la muerte del pequeño ha actuado durante todo este tiempo, situándose, de una manera cínica y con una frialdad indescriptible, a la cabeza de la movilización para la búsqueda del menor. Sobrecoge la sangre fría a la hora de actuar para ser capaz, incluso, de querer desviar la atención con la colocación de una camiseta del menor desaparecido. Un hallazgo que generó confusión y, también, un hilo de esperanza. Junto con la solidaridad hacia la familia de toda la sociedad en estos tremendos momentos de dolor, solo cabe desear que se llegue al final con la investigación y que la autora —o autores, en el caso de que así se determinase— pague ante la Justicia por un hecho tan atroz y sobrecogedor.