Moderación en la campaña

14 abr 2019 / 11:09 H.

La campaña electoral está en marcha. Los partidos tienen engrasada la maquinaria para salir airosos el 28 de abril, cuando se celebran las generales. Los representantes ponen toda la carne en el asador para intentar convencer al electorado no solo de la necesidad de elegir sus papeletas, sino también —y lo más importante— de acudir a las urnas. Los analistas y las encuestas señalan, como principal novedad, el alto porcentaje de indecisos que, a la postre, influirán de forma decisiva en el resultado. Animar a la participación es el principal caballo de batalla de las fuerzas políticas en un contexto en el que resulta prácticamente impensable que uno de los dos grandes partidos que hasta la fecha se han repartido las legislaturas, PSOE y PP, obtenga una mayoría suficiente como para gobernar en solitario. El bipartidismo, más que tocado, está hundido, por lo que la fragmentación parlamentaria, que conllevará obligados acuerdos, se alza como la verdadera realidad en España. Son varios los escenarios posibles en la resaca del 28 de abril, entre los que cobra más fuerza la posibilidad de que haya una réplica de la última cita con las urnas en Andalucía. Lo importante es que, en un contexto de enorme competitividad entre partidos, haya entendimiento postelectoral para hacer frente a los graves problemas que tienen, en la actualidad, los españoles, incluido el conflicto catalán. Es normal que fluya el debate y se escenifique la contradicción de ideas, pero fundamental resulta la moderación cuando hay tanta crispación. España, después de vivir una crisis económica y vaivenes sociales y políticos de calado, necesita que sus representantes políticos asuman la responsabilidad que les corresponde.