Lucha cultural en Europa

25 mar 2017 / 11:15 H.

El último atentado, reivindicado por el Isis, en el centro de Londres, vuelve a poner de manifiesto cierta vulnerabilidad incontrolable y de otro lado que el islamismo radical cambia, definitivamente, de “modus operandi”, ante, precisamente, el acoso de los cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados de la Unión Europea. En este sentido, los precedentes marcaron el camino de la manera de actuar de unos “lobos solitarios” que son capaces de generar operaciones de gran repercusión sembrando el pánico sin necesidad de explosivos, armas o equipos organizados. Antes Niza o Berlín sirvieron para atestiguar que contra este tipo de acciones es muy difícil la acción preventiva, ya que solo con un vehículo y la intención de matar se puede atentar en Europa.

Además son ciudadanos europeos, radicalizados a través de una mala interpretación religiosa, los que caen en un pozo de odio extremo en el que no tiene sentido ya ni su vida ni la del opresor occidental. Es imposible, por más que muchos de estos potenciales terroristas hayan sido investigados, poder prevenir estos atentados desde un punto de vista policial. La guerra contra el yihadismo debe orientarse ahora, al menos dentro de nuestras fronteras, hacia los focos de pobreza, desilusión y falta de futuro de muchos barrios de las grandes ciudades europeas. Conseguir liderazgos potentes dentro de esas comunidades que sean capaces de orientar y reconducir a estos jóvenes que no encuentran su sitio en sus propios países. Cortar las vías de odio es importante, pero, al mismo tiempo, es necesario ofrecerles una visión de futuro aquí y, por supuesto, mantener la lucha contra los violentos y quienes los financian sobre el terreno.