La dictadura del terror sigue

20 ago 2017 / 11:09 H.

La masacre de Barcelona siembra el pánico en toda Europa por culpa de la dictadura del terror. El segundo atentado más cruento que sufre España desde la masacre del 11-M no solo deja víctimas mortales, sino también más de cien personas heridas de treinta y cuatro nacionalidades de todos los continentes. El corazón de Cataluña sufrió, en pleno mes de agosto, un cruel ataque por culpa de la mano sangrienta del terrorismo islamista, que vuelve a situar a España en el punto de mira, si es que en algún momento dejó de estarlo. La condena internacional es unánime. Todos los partidos políticos unidos por el dolor de las víctimas y de sus familiares. La Rambla, el centro neurálgico de Barcelona, nunca volverá a ser lo mismo. Los turistas que circulaban por ella, sus vecinos de siempre y, en general, todos cuantos vivieron en primera persona la tragedia tendrán secuelas irreparables para toda su vida. Las imágenes de pánico grabadas tras el desconcierto generado por una furgoneta hablan por sí solas y es fácil imaginar la angustia en esos terribles momentos. Todo es distinto y, aunque el empeño colectivo sea normalizar la situación, difícil será regresar al punto de partida. El brutal ataque incrementa, aún más si cabe, el grado de crueldad de la injustificable acción terrorista, al elegir como víctimas a gente que paseaba tranquilamente por la calle, visitantes de una ciudad con excelentes estadísticas turísticas y trabajadores que realizaban su recorrido habitual. Los caminos emprendidos por todos los Estados para luchar contra la sinrazón del fanatismo religioso es el mejor instrumento para plantarles cara. Mientras tanto, la sociedad no puede permitir que el miedo marque su ritmo cotidiano.