Las ficciones en la educación

16 oct 2016 / 20:52 H.

Sólo vale lo que aquella diga, o lo que aquel haga. Nada importa más que la opinión de otro, la tuya propia, no tiene relevancia. No eres nadie en el ambiente que te rodea. Eres el producto de una imaginación soñadora, con unos pies que flotan a ras del suelo, en un mundo de fantasía que ayer fue tan real como objetivo. Estás desfasado en una era, la de hoy, que vive virtualmente de las nuevas tecnologías. No las aceptas porque quieres seguir siendo tú, y eso te excluye del mapa actual. Lo que aquel ve, o lo que aquel estime, es lo que vale. Siempre has de tomar ejemplo de alguien que bien pudiera estar equivocado. De alguien que no posee más mérito o razón que tú. Tu opinión, o parecer, se esfuma a través del viento a medida que fluyen las palabras por tu boca y te da que pensar: ¿Estaré soñando una vez más? Te hallas sentado en un sillón biplaza y no hay nadie al lado tuyo, sí que hay alguien enfrente que mira hacia otro lado, como ignorándote, como si no estuvieras, hablas y no hallas respuesta, ni siquiera un movimiento con la cabeza, afirmativo o negativo, de aquella persona que vive en soledad frente a ti. Ni tan siquiera en el paréntesis de una conversación que nace para tomar aire, tienes cabida. Cuando dos hablan, o mejor dicho, discuten, no respiran en sus voces, no existen puntos ni comas por el temor de perder el uso y dominio de la palabra no fundada. Hablan y hablan, como los peces en el río de aquel villancico que... beben y beben y vuelven a beber... te aproximas a la boca el espejo de tu alma y ves que se empaña, señal inequívoca de que existes. Tiene mucha más importancia aquella o aquel “artista”, que lo es por haberse metido en la cama del otro en el último realiti, ni pinta, ni canta, ni escribe, ni actúa, solo finge. Pero, por el mero hecho de salir su imagen en televisión ya es artista. Le llaman artista, y se llena el bolsillo de euros que son los que le dan la razón y el arte tú, no tienes un céntimo. Pero, hasta de esta situación, has de sacar algo positivo, y lo tienes que hacer por tu bien, de lo contrario, estás perdido. Levántate y ves al baño. Mírate en el espejo, ese que te peina y que lava tu cara. Sonríele, y si ves que te devuelve la sonrisa es que no estás solo. No le hables, simplemente concéntrate en un punto, hasta que dejes de ver todo lo que le rodea, y verás, si no parpadeas, tu mundo, que no es otro que aquel que hoy está dormido y teme despertar. Ves dándole vida, haciéndole salir de la vivencia onírica, y crea para él, aquello que quisiste y quieres para ti, porque sois la misma persona. No importa si no existen fuera de tu mundo, posibilidades. Créalas tú mismo, y camina por el sendero que un día paraste a descansar, y quedaste dormido. En ocasiones, cuatro paredes, pueden llegar a representar un continente. Amplio y hermoso para ti. Enséñalo a todo aquel que quiera verlo a través del espejo. El espejo del alma.

Como vengo contemplando por las estadísticas y por los muchos años que llevo participando en las tareas educativas, es evidente que nuestra juventud, gracias a los nefastos sistemas educativos, no están lo suficientemente preparados para competir con países de nuestro entorno. Una juventud sin preparación conlleva un país sin ilusión, sin futuro, sin esperanzas; en definitiva, un país mediocre supeditado a los avances y al progreso de otros países preparados. Aristóteles hace veinticuatro siglos decía: Los jóvenes de hoy son como los de cualquier época Ahora se dice ¡Cómo está la juventud, cada vez peor! y esto como siempre, no es cierto. Si los padres y educadores tuviéramos claro qué queremos para nuestros educandos y cuál es nuestro fin y nuestra aspiración, los jóvenes sabrían adónde dirigirse y tendrían un abanico de ilusiones mucho más amplio. Las ficciones de algunas corrientes pedagógicas, han hecho que nuestros hijos y alumnos no sepan que el trabajo es esfuerzo, dedicación y que esto nadie puede hacerlo en su lugar: el trabajo no es un juego. Un filósofo muy conocido, Kant dijo: Los contenidos del conocimiento sin las estructuras del pensamiento son ciegos, pero que las estructuras del pensamiento sin los contenidos del conocimiento están vacías. Prescindir de algunas potencialidades, entre ellas la memoria; como defienden las nuevas pedagogías, y viendo el fracaso escolar, ahí tenemos los informes Pisa; dice mucho de la poca base en que se sustentan dichas afirmaciones, mala formación de los alumnos que terminan las diferentes etapas de los ciclos formativos. Dicen algunos expertos que el nivel de exigencia atenta contra la igualdad. La única igualdad legítima es la igualdad de oportunidades. Impedir que los estudiantes más voluntariosos aprendan todo lo que puedan aprender, para que otros estudiantes no se sientan desplazados o discriminados, es una verdadera estupidez. El profesor que no ejerce como profesor y que se pone en lugar de sus alumnos, no les da libertad y los deja bajo la imposición de los líderes maliciosos. El sistema educativo que tenemos no apoya lo suficiente, al profesor que quiere hacer valer su autoridad democrática en la clase. Como conclusión expongo unas ideas de un filósofo francés de este siglo, Morín, en las que apunta, que la cultura científica y las humanidades deben estar unificadas. Las reformas educativas necesitan revisar los asuntos vitales. No se enseña cómo afrontar la incertidumbre, la comprensión humana, ni el conocimiento como fuente de ilusiones y equivocaciones.