Y si perdemos Hong Kong

    22 ago 2019 / 11:19 H.

    La inmoralidad debe combatirse desde la autoridad. La mayor muestra de inmoralidad en el mundo occidental es, hoy, el aborto, esa matanza silenciada y silenciosa de niños en el seno materno. Cuando la inmoralidad no se frena desde la autoridad, sino que, además, se impulsa, ¿es extraño que puedan surgir monstruos que ponen en peligro la vida de ciudadanos corrientes? Últimamente, nos horrorizamos con la muerte a tiros (el 3 de agosto en el Paso, Texas) de 22 personas corrientes en un supermercado y 26 heridos. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que acciones de ese tipo pueden ser consecuencia de la cultura antivida? La cultura antivida o cultura de la muerte es inmoral, diabólica, y se ensaña con los más débiles e indefensos. Además, “el aborto es una de las causas del déficit de natalidad en España” (E. Hertfelder). El exorcista más famoso de la historia, el Padre Amorth, recientemente fallecido, dijo que “el aborto los carga el diablo”. Con otras palabras dijo lo mismo Sor Lucía de Fátima, y el exsatanista Zachary King afirma que “la máxima ofrenda a Satanás es matar a alguien; que mates a un no nacido es su máximo objetivo”. Sobre los sucesos de El Paso, el arzobispo de Filadelfia, Monseñor Chaput, expresó que “la cultura del último medio siglo fabrica “corazones retorcidos”, y que “cuando el lugar más peligroso del país es el vientre de la madre y el niño no nacido puede ver aplastada su cabeza en un aborto, el lenguaje corporal de ese mensaje, es que la vida no es sagrada y tal vez no valga demasiado como para protegerla”.

    en verano, cuando se suelen ver más animales, he recordado la fábula del asno sabio. Ligado a un compadre y yendo a comer, vieron un cubo de paja más cercano y otro más grande pero más lejano. Tiraron cada uno hacia un cubo distinto, que ninguno podía alcanzar por ser corta la cuerda. Por fin uno de ellos, el menos corto de entendederas, comprendió que, cediendo al más burro, podían comerse los dos cubos sin esfuerzo y antes que nadie se los arrebatara. Podemos entenderlo incluso algunos sociables o listos, o incluso algo burros.

    el intento de organizar una convocatoria en Macao, territorio chino que goza en teoría de la misma autonomía que Hong Kong, fue rápidamente sofocado con la detención de siete personas y el despliegue de decenas de agentes policiales. Es que está sometido a un estricto control de Pekín, con menos libertad y, consecuentemente, con menor desarrollo económico. La crisis de Hong Kong continúa imparable, incluso después de que la jefa del gobierno local dijera que la manifestación del domingo 18 de agosto, que se caracterizó por una total ausencia de incidentes violentos, puede ser “el comienzo para que regrese a la paz". En las anteriores manifestaciones hubo violencia en parte debido a “agentes provocadores”, policías vestidos de manifestantes, lo que genera incertidumbre ya que “ahora no sabemos quién es el amigo y quién el enemigo”, como asegura una manifestante. Pekín, que le teme a un Hong Kong demasiado “díscolo” —que sirva de ejemplo a los ciudadanos de China continental—, ha utilizado todas las tácticas posibles: brutalidad policial, envío de tropas a la ciudad fronteriza de Shenzhen para amedrentar, alusión a la masacre de Tiananmen y demás. Facebook dice que China utilizó sus servicios para desacreditar a los manifestantes y Twitter suspendió 986 cuentas que están coordinadas en el marco de una operación respaldada por el Estado chino. Siempre juegan con el miedo para amedrentar. Ahora, la “Revolución de los Paraguas”, manifestaciones que se prolongaron por 79 días durante 2014, terminó en nada, se consideró un fracaso y muchos cayeron en la desesperanza y otros emigraron, porque estas nuevas manifestaciones serían exitosas. A diferencia de Macao, Hong Kong mantiene cierto nivel de libertad porque todavía tiene poder real. Li Ka-shing, de 91 años, el personaje más rico de Hong Kong cuya fortuna —según Forbes— ronda los 27.000 millones de dólares, publicó varios anuncios en la prensa local en los que pedía que se "detuviera la violencia y el enfado en nombre del amor". Sincero o no, ya que bien podría estar defendiendo sus intereses, lo cierto es que, si la economía sigue cayendo como en el segundo trimestre cuando registró una contracción del 0,3%, Hong Kong perderá influencia. Según Capital Economics, los altercados han provocado un retroceso en la afluencia de turistas, en especial chinos continentales —que representan el 40% de los visitantes y el 80% de sus ventas al por menor—, cuyas compras se han reducido entre un 30 y un 50%. En 1997, el PIB de Hong Kong representaba una quinta parte de todo el que acumulaba el país asiático, pero ahora no pasa del 3%. De cualquier modo, constituye la puerta de entrada de la mayoría de las inversiones foráneas directas que recibe China —tan solo un 71,5% en 2018— y aquí reside su fuerza. En mi opinión, como los problemas de la libertad exclusivamente se solucionan con más libertad, en lugar de estas manifestaciones masivas que podrían resultar contraproducentes al provocar la represión de Pekín, los ciudadanos deberían buscar el modo de fortalecer su poder económico y, así, afianzar e, incluso, aumentar su libertad. Deberían, con sabiduría, lograr que el Estado disminuya su presencia en la economía, desregulando y bajando impuestos, de modo que las personas, se enriquezcan y ganen poder y se favorezca también al sector privado.