Rebajas

13 ene 2018 / 10:56 H.

Resultaba realmente insólito y doloroso que, en plena Navidad, dos naciones estuvieran planeando una guerra nuclear, que amenazaba al mundo. Que estuvieran perfeccionando su arsenal armamentístico y desplegando su potencial económico y logístico, para potenciar su fuerza. Los Presidentes de Corea del Norte y Estados Unidos, se disputaban el primer puesto, como protagonistas de un posible holocausto nuclear, como quien juega a hacerlo en la ficción de los medios audiovisuales. Pulsando solo un botón. Los ciudadanos de a pie, seguíamos los pasos de los mandatarios de ambas naciones, sin entender sus macabros despropósitos. ¿Qué lleva al ser humano a esta situación de frenética exhibición de su poder, sin importarle las consecuencias?. Yo opino, que su soberbia desmedida, el egocentrismo más exacerbado, y el desprecio por sus propios conciudadanos, y por el mundo entero. Mientras, los creyentes, celebrábamos el Nacimiento de Jesús que, recostado en un pesebre, nos hablaba sin palabras, de amor, de humildad, de fraternidad, junto a María y José, y nos parecía oír los cantos angelicales, que comunicaban a los pastores este acontecimiento sin igual: “Gloria Dios en las alturas, y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. Mas tarde, los Reyes de Oriente, postrados a sus pies, le ofrecían sus mejores presentes. Nos decía el Santo Padre: “Solo María, nuestra Madre, puede convertir la pobreza de un establo, en un hogar, y una montaña de ternura”, instándonos a invocarla, a tenerla siempre presente en nuestra cotidianidad. San Bernardo, nos aconsejaba en los momentos de tristeza, de angustia: “Mirad a la Estrella. Mirad a María”. Ella, intercede por nosotros ante Dios, para que reine la paz en el mundo, y la luz que nos trajo el Mesías, inunde nuestros corazones.

De profesión funcionario y propietario de una pequeña explotación agraria que compré en 1995 en la finca de La Yedra, término de Los Villares, en la que cometí la temeridad de plantar 200 olivos sin saber lo que aquello cambiaría mi vida, porque desde entonces alterno el teclado con el azadón, el archivo con la poda y las resoluciones administrativas con las labores agrícolas. Mis descansos de fines de semana pasaron a jornadas interminables mejorando la finca, y las ansiadas vacaciones quedaron para la recogida de aceituna. Y así me hice aprendiz de agricultor y supe que después de la cosecha tocaba motosierra para la poda; remolque para acarrear el abono de primavera y otoño; cuba para las curas de marzo y octubre; mochila para los tratamientos de hierba; mano hierro para rehacer ruedos; hachilla para desvaretar y cortar chupones, acabando el ciclo con vibradora al hombro y vara en mano para recoger la aceituna, haga sol, frío, barro, agua o nieve, sin resuello ni excusas que valgan. La jornada de la cuadrilla, mi mujer y yo, comienza cuando suena el despertador a las 6 de la mañana. Desayunados al calor de las ascuas del día anterior, hechas las labores domésticas y mientras élla prepara los bocadillos y el puchero, engancho el remolque al todoterreno, me encamino al tajo y voy preparando los aperos. A las 8:30 se incorpora mi compañera y empezamos la faena. A las 11:00 un alto para el bocadillo. Finalizada la jornada, cansados y doloridos, ella va a la ducha, enciende la chimenea y prepara la comida, mientras yo marcho hacia el molino con la carga. De regreso, una vez aseado, por fin puedo sentarme al calor de la mesa camilla, junto a mi compañera de fatigas, para recuperarnos con los alimentos que sirven de almuerzo-cena, porque ya solo queda día para un café, copa, cigarro y corta charla antes de cerrar los ojos.

Estas son las labores del olivo y yo, como aceitunero, no sé si aún altivo, conocedor de quien son estos olivos, pregunto a los que no lo saben, por qué prefieren grasa vegetal al aceite de oliva, el único y verdadero, porque de aceituna viene su nombre. Por qué pagan por lo que siembran y cosechan con máquinas y escatiman en lo que genera salud, trabajo y riqueza para nuestros pueblos. En pocas semanas acabará la cosecha y los jornaleros volverán al paro. Algunos, con suerte, seguirán en los montes iniciando el nuevo ciclo del olivo por 50 euros al día Quién dice que los andaluces somos indolentes? Cuando prueben un tajo, solo entonces, sabrán quienes son los aceituneros altivos de Jaén. Yo sigo de aprendiz y ojalá pronto llegue a su altivez. Los demás, los que no saben de aceite, que no pregunten de quien son estos olivos, porque no llegan a la altura de la alpargata de estos esforzados y valerosos jornaleros.

Una vez terminadas las fiestas, los comercios ponen sus artículos a la venta a mitad del precio, o a otro tanto por ciento pero por debajo del que costaba anteriormente. La gente se enloquece con las rebajas que sigue consumiendo incluso después del tiempo del consumismo como es la Navidad. Y eso que estamos en tiempos de crisis. Por lo que se ve la gente tiene dinero y los comerciantes siguen haciendo su agosto: aunque un poco por debajo de lo que valía anteriormente el artículo a las rebajas. Las famosas tiendas y grandes almacenes antes de que abran sus puertas ya tienen al público esperando en la puerta del establecimiento, guardando cola para ser los primeros y coger lo mejor que haya en las mencionadas ofertas de rebajas. Hay quién aguardado algo de dinero para esta ocasión y comprar algo de las rebajas que gastarse más anteriormente en el artículo que ha deseado aunque, puede que el que le gustaba en tiempos en los que no había rebajas haya sido ya adquirido por otra persona y se tenga que conformar con otra cosa. Pero en rebajas la gente también compra.