Muere el prelado del Opus Dei

17 dic 2016 / 21:32 H.

La violencia existente en todas las esferas de la sociedad, debería hacernos reflexionar a todos, y especialmente a los responsables, para ver cómo evitarlo, porque algo no se está haciendo bien. Ya no es sólo la violencia de los mayores (de género, violaciones fiesteras, etc), sino también las agresiones entre colegiales. El juez de menores Emilio Calatayud dice que es falta de autoridad; no se refiere al método del terror, sino más bien a la disciplina del amor, que debe saber compaginar la exigencia con el cariño de padres, para evitar los caprichos innecesarios. Ante tanta intransigencia en la sociedad, cabe preguntar: ¿Qué está pasando? ¿Será que estamos perdiendo el sentido común y los modales de comportamiento para con el prójimo, o quizá algunos no cumplen con el deber de padres? Sea como fuere, la mejor terapia para evitar toda violencia es la educación a los hijos de aquellas buenas costumbres, donde se incluyan las virtudes humanas; esa tarea es propia del hogar, dando ejemplo los padres, aunque cueste. Vale la pena.

François Fillon ha sido elegido candidato del centro-derecha para las presidenciales francesas con un porcentaje superior al 66 por ciento de los votos en las primarias. Ha sido un amplio margen que es prueba de un amplio consenso. Fillon no estaba entre los favoritos y sus propuestas no son nada complacientes: está diciendo a los franceses que tienen que reducir su gigantesca administración y trabajar en serio para hacer reformas. No oculta tampoco su condición de católico y su política a favor de la familia. También ha sido relevante su modo de dirigirse a la gente. Fillon puede hacer frente a Le Pen porque su discurso está muy alejado del que hacen los políticos al uso: un discurso correcto, frío y distante.

El presidente dejó claro en la reunión con los agentes sociales que España no puede seguir incumpliendo el objetivo de déficit con la UE ni poner tampoco en riesgo el resultado de unas reformas que han logrado sacar al país del pozo en el que se encontraba. La cuestión es buscar la fórmula para combatir la precariedad laboral sin tocar el núcleo de la reforma laboral, asunto sobre el que los sindicatos se mostraron escépticos. La pérdida de calidad del empleo es un serio problema que preocupa a los españoles, sin olvidar que la primera prioridad debe ser reducir las cifras de paro en España.

El día 12 de diciembre, festividad de la virgen de Guadalupe, a las nueve de la noche, falleció en Roma el prelado del Opus Dei Javier Echevarría, tenía 84 años y había nacido en Madrid. Muy joven conoció el Opus Dei y desde el comienzo colaboró activamente con el fundador: San Josemaría. San Josemaría lo nombró secretario personal y realizó esta función hasta la muerte del fundador, a continuación colaboraría en las misiones de gobierno con el beato Álvaro del Portillo, primer prelado del Opus Dei. Y cuando el beato Álvaro murió fue su sucesor hasta su muerte. Por lo tanto desde 1994 ha llevado el timón de esta Institución. Sagrada Institución, que siendo joven cuenta ya con la madurez que le da su carácter: Un carácter eminentemente contemplativo, por hundir sus raíces en la fe y en el amor a Jesucristo. Y un carácter de pertenencia, absoluta y plena, al mundo de hoy. El vivir identificados con Jesucristo, el trabajo profesional, la vida familiar, el encuadre con la realidad social, el compromiso con los demás, el ejemplo y el máximo desvelo por la formación profundamente humana y cristiana hacen de sus miembros personas vibrantes y con un ideal firme: Personas sólidamente preparadas, que saben vivir su apostolado personal y su vida corriente de una manera sencilla y poco o nada llamativa. En el Opus Dei no se vive para llamar la atención, para aparentar o para adquirir esferas de poder, se vive para amar a los demás y amar a Jesucristo y a su santa Iglesia. Y de esta manera, anclado plenamente en la firmeza de su gran ideal, robustecido por sus grandes amores, vivió toda su vida y nos enseñó a vivir a miles de personas nuestro querido prelado Javier Echeverría. La nítida sencillez es una de las características de los hombres de Dios. La humildad, la naturalidad, el afán de pasar desapercibido, el trabajo continuo y constante, la presencia de Dios viva y contagiosa, el deseo de extender la Obra de Dios por todo el mundo, la Iglesia y el Papa, el mundo de los menesterosos y de los necesitados, la trágica realidad de las atroces y descarnadas banderías humanas de cada día, la formación humana y espiritual de todos sus hijos en todo el mundo han sido las constantes preocupaciones de este siervo humilde y cordial que había recibido desde muy joven el testigo de gobernar este Opus Dei que ya, por la gracia de Dios, es tan querido y amado por tantos millones de personas. Personas, que gracias al influjo de esta Institución han conocido a Jesucristo y a la Iglesia, y son felices: Muy, muy felices por poseer gratuitamente este maravilloso don de la fe, gracias a la cual se funden con la esperanza, y fundidos con este claro, brillante y encantador horizonte son vivificados plena y permanentemente por el amor. Que nuestro querido y muy amado Padre Javier, por la gracia de Dios y por su vida fiel y plenamente comprometida, descanse.