A cuenta del
Día de la Mujer

12 mar 2019 / 18:05 H.

Qué partidos políticos se comprometen a cumplir todo lo que nos dicen en campaña electoral? ¿Se cumplirá o nos hipotecaran, como casi siempre? Estamos hartos de manipulaciones, engaños, tropelías, y mientras, el deterioro social va avanzando. Nunca deberían olvidar nuestros representantes políticos que la política es un servicio a la sociedad y no un privilegio para que muchos de ellos se aprovechen. ¿Por qué no hacemos buen uso de nuestra libertad para que podamos dedicarnos a lo primordial y avancemos? Hace unos días, hablando con una honesta y gran señora intelectual, me decía: Si se acabaran, por ley, las pagas vitalicias, si se suprimieran tantas pagas a presidentes y altos cargos de las diferentes comunidades, dietas innecesarias, subvenciones sin controlar, chóferes, escoltas y otros privilegios, etcétera, tendríamos dinero para poder pagar las pensiones. También se atenuaban las necesidades que padecen muchos ciudadanos, que vemos a diario en nuestras calles y plazas mendigando. España está dentro de un grupo de países que tienen establecida una paga para expresidentes del Gobierno y exministros después de dejar su cargo, según aparece en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solo tres pagan a expresidentes y exministros tras su cese: Austria, Noruega y España. Con el agravante que en España también hay 17 comunidades, 17 presidentes y 17 parlamentos autónomos, aunque no todas hacen uso de ese privilegio. Yo me pregunto, ¿se está haciendo de la política una profesión, para algunos como medio de vida, en vez de un servicio a la sociedad? Me da la sensación desde hace ya muchos años, que tenemos numerosos personas de las que nos dirigen, no todas, que no lo hacen de forma vocacional o cómo debe ser, de servicio total a los demás para contribuir a una mejora en nuestra sociedad, lo hacen porque así viven de la mamandurria. La libertad, como he mencionado anteriormente, es el don más valioso que tenemos los seres humanos. La libertad es elección, y sin elección no podemos conseguir la plenitud en el hombre. Si no elegimos y nos imponen criterios, la libertad esencial básica se pierde. De todo esto se deduce que si nos quitan esa situación, aparecen el infortunio y el desastre. Pero, ¡ojo! Cualquier elección depende de la circunstancia del momento, vínculos sociales, costumbres vividas, nuestra biología, etcétera. Para que haya progreso es imprescindible la acción. La cultura, el respeto a las ideas, creencias, entre otros, son fundamentales. Pero no olvidemos que encima de todo eso está la libertad que jamás nada ni nadie nos la puede quitar. Hay que encontrar de nuevo la honestidad como motivo de complacencia, la vergüenza y la solidaridad para con todos. Hay que buscar la ilusión, el esfuerzo, la alegría, la libertad y sobre todo la seguridad para compartirla con los demás. Hay que rechazar la falta de ética y de respeto a todos concienciando a la sociedad de que lo importante en nuestras vidas es el ser y no el poseer. En resumidas cuentas, debemos trabajar por un país más justo, más humano, donde las personas respeten a las personas. Esto realmente sí sería una democracia y es lo que queremos todos los españoles. Más acciones y menos promesas. Una gran parte del tejido social está desencantado y ve el decaimiento de una sociedad que va perdiendo fuerza en los valores democráticos debido a esa falta de ilusión y lucha por mantener ese espíritu que siempre ha caracterizado a nuestro pueblo. Hagamos que la responsabilidad recaiga sobre el Estado movilizando y exigiendo a nuestros líderes políticos para que nuestra libertad no se acabe. Espero y deseo que nuestros políticos hagan realidad todo lo que he expuesto y pensamos una inmensa mayoría de los españoles, cumpliendo en la campaña electoral, con la verdad, y no
con falsas promesas y manipulación a la ciudadanía.

En distintas ciudades, el pasado viernes, 8 de marzo, una gran manifestación recorrió las distintas calles céntricas para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando se produce una manifestación así, es habitual que personas de ideas políticas muy diversas suelen estar presentes. La igualdad entre hombres y mujeres en asuntos todavía pendientes, como la retribución económica por el mismo trabajo, es justa reivindicación, no hay duda. Entre los funcionarios, no hay desigualdad, e igualmente debería ser en la empresa privada. En algunos grupitos se corearon planteamientos ideológicos del feminismo radical, ciego para ver la complementariedad de ambos sexos y la igual dignidad de todas las personas por el hecho de serlo, así como la valía innegable de tantos varones, compañeros nuestros. Y, ¿cómo no? No faltaban en la manifestación incontables mujeres muy femeninas; bastantes, acompañadas de sus maridos. Una cosa no es tolerable: las frases de falta de respeto y tinte violento que ciertos grupos profirieren contra instituciones de la Iglesia Católica (la Conferencia Episcopal) que desde su origen ha defendido a la mujer y se ha puesto al servicio de su causa en nuestra época. Multitud de hombres y de mujeres ponemos nuestra confianza en la Mujer que es “el pilar de nuestra Historia”, la Virgen Madre. A Ella le cantamos: “Siempre que tengo dudas, en ti encuentro certeza. Siempre que tengo miedo, eres tú mi valor. Siempre en mis desalientos, eres tú mi confianza. Y tu nombre yo invoco como ayuda y favor”.