Virgen y olivos

29 sep 2016 / 17:30 H.

Resulta extraño que en la provincia de Jaén no se encuentre la devoción a la Virgen del Olivo. Hace unos días visité la Basílica de Santa María del Mar, Barcelona, siglo XIV, de estilo gótico, diseñada por el arquitecto Berenguer de Montagut. Entre los muchos detalles artísticos que se pueden admirar destacan los vitrales, las columnas octogonales, sus capiteles con arcos cruzados y sus dimensiones: es igual de ancha y de alta 33 metros, y 80 metros de largo. En su interior hay 34 capillas, no resulta frecuente encontrar en un templo tantas capillas. Entrando por la puerta principal, a la derecha, la tercera capilla se encuentra dedicada a la Virgen María del Olivo. En esta capilla hay una placa que dice “El gremi d’industrials oliaires a la seva patrona Mare de Deu de L’olivera 1948-1988 GIO” (El gremio de industriales olivareros a su patrona la Virgen del Olivo). El gremio de olivareros fundó la cofradía, una asociación que busca proteger y promocionar tanto el cultivo y cuidado del olivo como el consumo y calidad de sus frutos: el aceite de oliva y las aceitunas. Sus componentes son tanto industriales gremiales del mundo del aceite y la aceituna como restauradores, profesionales liberales, médicos e investigadores; así como colaboradores de otros sectores que se vinculan contribuyendo a la divulgación de la calidad y las excelencias de estos productos. La fiesta de la Virgen del Olivo la celebran todos los años en el mes de noviembre. Pienso que esta advocación a la Virgen María del Olivo debería extenderse por la provincia de Jaén, que es la primera a nivel mundial en número de olivos.