Buen viaje

30 mar 2019 / 11:38 H.

“Cuando sueñes con un mundo que nunca existió o con un mundo que no existirá y estés contento otra vez, entonces te habrás rendido. ¿Lo entiendes? Y no puedes rendirte.
Yo no lo permitiré”.

“La carretera”, de Cormac McCarthy

Mañana, Jaén meterá su cuña en Madrid dentro de lo que se denomina la revuelta de la España vaciada. No será una representación masiva la jiennense, pero sí significativa, porque aquí vamos a otra velocidad y hasta para cabrearnos hay que pensárselo dos veces. Ya puede caernos encima un diluvio de estrellas, que nosotros, como Aute, solo queremos bailar lento. “Slowly”. A la convocatoria, ahora sí, se sumarán alcaldes, ya que en periodo electoral tienen permiso para arrimarse a cualquier sartén. En las convocatorias jiennenses había cierto temor a significarse. Hasta “Alberto Carlos Rivera”, según el BOE, tiene confirmada su asistencia a una manifestación en la que estará representada una parte de España que ya vive independiente del resto, sin necesidad de referéndum de cartón ni república fugaz. Una laponia seca, fría, agreste y con un paisaje que alterna el frío sentimental y el calor africano como condena. Desierto de inversiones que permite estar desenganchados de las locomotoras industriales, de segundas y terceras modernizaciones y, en definitiva, del pan de mañana.

Nuestra particular metadona para seguir tirando son planes rimbombantes (“Jaén siglo XXI), discriminaciones positivas y algún póster como anuncio en el cuarto: “Seremos la Toscana española” y, lógicamente, las migajas presupuestarias, estén estas desglosadas o no. “Jaén me quita el sueño” dijo el caudillo Franco, en plan benefactor y como una “rockstart” en blanco y negro, pero sin tupé que no gastaba, no porque no pudiera, sino por su propia voluntad. Y en color, como si estuviéramos inmersos en un episodio de “Cuéntame”, cambia la pana, el vaquero, el traje, pero caen por aquí con el mismo patrón: Compromisos sobre el terreno —como amantes de ocasión, con rodilla en tierra— se van y, luego, no te cogen ni el teléfono, del pedrusco prometido te vas olvidando. Un “Nodo” en bucle, aunque ya no haya pantanos que inaugurar, pero sí un carrusel de visitas y “guiños” millonarios a la provincia. Arrumacos electorales que ahora toca darles un remozado, quitarles el polvo y presentarlos de nuevo, aunque huelan a naftalina o no las hayas rematado en tu legislatura. Autovías del Olivar, al Levante, bonos de trenes como mal menor y aún se preguntan por qué estamos en peligro de extinción o por qué cunde, como diente de león, la sensación de agravio. Es lo que tiene no interesar para nada como sujetos políticos, somos los extras que requiere cualquier gran producción; las casas-cuevas de “Dolor y gloria”, de Pedro Almodóvar. Tierras que imprimen carácter, de resistencia, de las que forjan, pero de las que, inexorablemente, hay que marchar para buscar la gloria o, más prosaico, el piso en las afueras. La corte madrileña queda a trasmano, pero con Sevilla tampoco tenemos buena combinación. En ese camino con baches seguimos, con la novedad y convencimiento, eso sí, de que esto no lo arreglará solo la clase política, sea esta casta, impura, marxista o ultramontana. Hay que incentivarles. Y por esta razón, a la cabeza de la manifestación solo pueden estar los ciudadanos bajo pancartas tan sigulares como la de Plataforma 11 pasos de Valladolid; Asociación Repuebla Burgos-Soria; La Otra Guadalajara, Plataforma cívica por Cuenta; Milana Bonita de Badajoz, entre otras, y entonando un suspiro provincial, como representantes de la Andalucía en zona de sombra, Jaén Merece Más, la Plataforma por la A-32 y varios colectivos que luchan para que el tren en la provincia no sea un mal sueño. Pues eso, buen viaje.