Y nos llamaron “la ciudad verde”

04 sep 2016 / 17:30 H.

Entras en la única biblioteca del Jaén filipino y huele a humedad que las aguas de un monzón se colaron entre sus paredes y aún hay cajas de libros con barro a la espera de su limpieza. Se llama Biblioteca “Lolita Ilao”, la mujer de un aldeano que hizo las américas y quiso devolver a su pueblo parte de la riqueza conseguida. Está en un barangay (barrio) de nombre Dampulan (hay otros que se llaman Calabasa, Hilera, Apo, Malabon o Antonino) y su existencia apenas es conocida; a base de cabezonería la encontraron los viajeros. Dicen que es una de las mejores bibliotecas de la provincia de Nueva Écija, donde se halla alojado en la isla central de Luzón, el Jaén de Filipinas, y lo será, sin duda, pero apenas son tres estanterías de unos cuantos metros. No es la lectura hábito saludable en aquellas lugares. Allá, ya se lo reitero, la vida es más de buscar rápido que pase el día a ver si al siguiente hay más suerte y llegan las viandas. Hay cosecha de arroz, respiramos, no cotiza el arroz, un año para que el estómago se cierre porque comer será de vez en cuando. Y mientras tanto, entre jornal y jornal, monzón y monzón, unas cartas, se pasan el día jugando a las cartas, no importa el lugar (ver fotografía). Pero a lo que íbamos, lectura y conocimiento: Si en nuestro Jaén quieres buscar algo de allí o del Jaén peruano, no lo encuentras, salvo ahora el serial de Diario JAÉN, pero mejor nada a que lo que leas sea hilarante por erróneo, desternillante por inimaginable. Preguntando se va a Roma y también insistiendo encontramos un libro que dice cosas de Jaén como estas: “Los musulmanes llamaron a Jaén ‘la ciudad verde’ porque cuenta con alrededor de 150 millones de olivos en la provincia. La mayoría de los agricultores viven en aldeas o pequeños pueblos y cada mañana y tarde viajan por caminos de tierra, ya sea caminando o montando en carros tirados por burros. Las casas rurales están hechas de barro y piedra cubiertos por blanco yeso para mayor protección del sol”. Este libro, que hace un viaje por España y sus lugares emblemáticos, está firmado por George F. Esguerra. El capítulo de Jaén acaba así: “Su fortaleza de la colina del castillo de Santa Catalina fue reconstruida después de ser capturada por el rey Fernando III en 1246. Parte de él es ahora el jardín del Parador de Granada (cita textual), lo que significa ‘el jardín elegante de Granada’. Además, la Alhambra era un convento y ahora es un hermoso jardín (también textual). El Monasterio de Santa Clara tiene una imagen de bambú de Cristo, hecho en Ecuador”. En fin, aparte ignorancias cofradieras (ni ecuatoriano ni de bambú es el Cristo de las Misericordias) e ignorancias históricas y geográficas (lo de la Alhambra no tiene nombre) acabo el serial como lo empecé, con una gente, la de Jaén de Filipinas, que sonríe siempre y a esa sonrisa franca y transparente, desposeída de cualquier bien terrenal, deberíamos viajar cuando la vida se nos llene de renglones torcidos.