Virus papanático

04 jul 2018 / 08:22 H.

Observo con estupor los cambios tan sorprendentes e incomprensibles que vienen afectando a nuestra sociedad, cambios que nos llegan de todas partes como una plaga que destroza conceptos y estilos de vivir y pasa por encima de todo progreso restando valores. Es como un virus extraño que tiene su raíz en el papanatismo. Por eso yo le he llamado “virus papanático”, para avisar que su existencia parece provocada por los muchos papanatas que hay en este país y que afecta al resto de humanos, papanatas o no, que se remiten a sufrir todo lo que le echen porque, entre otras cosas es que, aunque lo intenten y pregunten, no se enteran de nada.

Así, ni se entiende a los políticos, ni a los juristas, ni a los catedráticos, ni educadores, ni casi a nadie. Todos interpretan las normas a su manera y las explican al estilo de Cantinflas. Y así no hay forma de saber ni entender el porqué de las cosas que están pasando.

Parece que todos van a lo más fácil, incluso los académicos de la Real Academia Española de la Lengua, encargados de conservar el idioma castellano, que también optan por lo fácil, y si hay quienes hablan mal nuestra lengua y dicen unas palabras por otras o las pronuncian mal, prefieren, antes que tratar de enseñarles a conocerlas y entenderlas, aceptar las definiciones de los que hablan mal.

La RAE admitió que se diga y se escriba “crocodrilo”, “almóndiga”, “albericoque”, “vagamundo”, “uebos”, “otubre”, “conceto” y otras muchas palabras para no calentarse mucho la cabeza ellos, y dejar rienda suelta a la confusión de las lenguas que ya se vivió —se dice— en Babel.

Bueno, pues si el señor Darío Villanueva, presidente de la RAE, y los señores académicos están en esa posición de abrir la mano, ya podemos cada uno —y estamos en nuestro derecho— inventarnos palabras y llamar a las cosas como queramos. De momento, extrañará, pero en cuanto sean unos cuantos más los que, por ejemplo, llaman “chorizos” a los políticos, lejos de intentar regenerar la situación, se reconocerá la definición como correcta por la RAE. Y otra consecuencia de este virus papanático es que en no pocos exámenes para oposiciones te hacen preguntas sobre este cambio de palabras que no han tenido la suficiente difusión tras la aprobación de la RAE y no las conocen nada más que los académicos que las dieron por buenas y los que se aprovechan usándolas para poner zancadillas a los opositores.