Vaya con la valla y la cera en la acera

24 abr 2017 / 11:52 H.

En Jaén no llueve nunca a gusto de todos. Es que no llueve. Y cuando lo hace nos quejamos. Y si no lo hace nos quejamos. Y si no hace ni frío ni calor, sino todo lo contrario, nos quejamos. Somos quejicas por excelencia. Pero somos el quejica pasivo, el ave que se aberroncha en el rocaje vivo, para contemplar las injusticias y rápidamente organizar una cadena tecnológica, grabar dos vídeos y criticar todo aquello que no me gusta pero a lo que no ofrezco solución. Tal vez porque no la tenga. O tal vez porque soy así. Si hay cera en las aceras, me quejo. Si me cortan una calle para limpiarla me quejo. Si hay baches me quejo. Si los arreglan y hacen ruido me quejo. Si al Real Jaén lo presiden unos ausentes, me quejo. Si lo hace uno que se implica, también me quejo. Si me ponen un tranvía me quejo, si lo ponen en marcha me quejo, y si lo dejan en cocheras, me quejo también. Si en Semana Santa me meten los zapatos de los zagales en el cogote, mientras veo las procesiones en mi butaca previamente abonada, no lo puedo evitar, me quejo. Y si ponen una valla, para evitarlo, vaya que si me quejo.