Varitas mágicas

01 dic 2016 / 19:48 H.

Decía ayer que diciembre —para mí y para millones de personas— es el mes de la magia. Ya estamos pensando en la manera de poder satisfacer las ilusiones de los pequeños, una labor que nos proporciona a los grandes tanta o más felicidad que a los chicos. En este tiempo todos tenemos vocación de ilusionistas y tratamos de fabricar una sorpresa agradable para los demás.

Dentro de muy pocos días, las luces navideñas se encenderán abriendo y alumbrando aún más si cabe la imaginación. Empiezan a emerger de los cajones, despertando de su sueño anual, las figuras del belén, que una vez más se van a sentir protagonistas importantes de la Navidad. Unas imágenes preciosas que nada tienen que ver con aquellas toscas figuras de barro que los niños de mi tiempo admirábamos boquiabiertos en los escaparates de La Perdiz y Donato, únicos comercios que entonces las ofrecían en nuestra ciudad.

A cada uno de nosotros nos gustaría tener en estos días una varita mágica para poder hacer realidad las ilusiones de nuestros seres queridos. Tengo un amigo que tiene una varita de verdad. Y bien puede decirse que es mágica por la deliciosa música que de ella emana, capaz de hacer soñar y emocionarse a quienes la escuchan. Ángel Luis Pérez Garrido es esta persona afortunada. El director linarense, de prestigio internacional, que mañana, viernes, dirigirá el concierto que clausurará la decimoséptima edición del Festival de Otoño, que será interpretado por la orquesta sinfónica titular del mencionado festival, con un brillante programa que será muy bien acogido y valorado por los amantes de la música.

Yo guardo un recuerdo y un afecto especiales de Ángel Luis Pérez, quien me ganó con su sencillez, simpatía, valores humanos y conocimientos musicales con ocasión del estreno de la zarzuela “Mar de plata”, con música del maestro Vílchez y libreto mío, que él tuvo la gentileza de dirigir. Por cierto que, como anécdota, existe un villancico que yo escribí y puso música Manolo Vílchez, hecho para la mencionada zarzuela “Mar de plata”, que a última hora no se pudo incluir.

Algún día puede que salga a la luz pública y por estos pagos se cante por estas fechas su pegadizo estribillo: “Y es que el Niño que nació en Belén, hizo su hatillo, cogió el caminillo y se vino a Jaén”. ¿Quién sabe?