Valor navideño

23 dic 2018 / 12:38 H.

Muchas son las tradiciones que nos empeñamos en celebrar de una forma sintética, sin trascender lo más mínimo en el significado de los ritos que nos han guiado durante siglos. No siendo capaces de sentir el fervor religioso, preferimos mantener girando una rueda de consumo que suple nuestras lacerantes inseguridades. Probablemente nos sintamos acomplejados si pensamos que aquello que nos pertenece, dice más de nosotros que lo que somos capaces de hacer por los demás. Tengamos por seguro que nuestra vida es un conjunto de casualidades y que quizá, solo quizá, no nos merezcamos a nuestros padres, amigos o siquiera haber nacido en un país de “primer orden”. Sintiendo la forma caprichosa en que los acontecimientos se suceden, podemos darnos cuenta de que la Navidad es un momento perfecto para recordar que estamos en deuda. Ninguno tenemos la culpa ni el derecho de decidir quién merece ser feliz en esta broma infinita. Todo ello requiere la valentía de dejar de sentirnos importantes y pensar que, como diría la filósofa Ain Rand, nuestro dinero no puede proporcionarnos inteligencia, admiración, respeto o, me atrevería a decir, humanidad.