Una por San Juan

24 jun 2017 / 11:19 H.

Y cientos por Navidad. El sector oleícola de la provincia analiza los resultados de la floración por San Juan, en un primer chequeo de la producción que está por venir. A priori, el test resulta positivo, si bien la ausencia de agua genera incertidumbre para la fase de maduración del fruto. Una campaña más, la condición de regadío o secano determinará la rentabilidad de las explotaciones. No obstante, es preciso conocer el beneficio imputable al agua de riego, y si es suficiente para atender los costes fijos de estas instalaciones. En esta línea se desarrolla un interesante trabajo, realizado por el ingeniero agrónomo, Javier Alarcón Luque, titulado “Reparto óptimo del agua en situaciones de escasez”, y que ha sido reconocido con el Premio de Investigación del CES Provincial. Se analiza que, cuando el beneficio que se obtenga de un cultivo en regadío sea insuficiente para compensar los costes fijos que lleva consigo, dicho cultivo dejará de ser rentable. Así el “Olivar Tradicional Mecanizable de Riego” y el “Olivar Intensivo de Regadío” deberían recibir dotaciones no inferiores a 1.300 y 840 metros cúbicos por hectárea, respectivamente. De otro modo, serían más rentables los cultivos equivalentes en secano. El estudio se complementa con una fórmula de reparto óptimo del agua dentro de un colectivo de riego, que permita minimizar las pérdidas derivadas de situaciones de estrés hídrico. Buen trabajo y, sin duda, necesario para la búsqueda de la excelencia en el sector y la eficiencia de la gestión de recursos escasos, como el agua.

Pero no solo de aceite de oliva vive el jiennense, y en un grave error incurriríamos si partimos de esta premisa. Si preocupa el estrés hídrico en el campo, igual de inquietante supone la sequía de empresas en nuestros polígonos industriales. Aquellas que han sobrevivido a la crisis se convierten en verdaderas heroínas, y dignas de reconocimiento. Diario JAÉN ha editado la revista “Top 20 Jaén: Empresas/Empleo & Comercio” en la que se analiza la repercusión que un puñado de empresas generan en nuestra provincia en términos de empleo y desarrollo social. Estamos orgullosos de estas grandes compañías, y convencidos, que lo que más contribuye al empleo es un sector industrial y empresarial competitivo. De ahí que cualquier línea de incentivo a las empresas va a repercutir de forma proporcional a la población, generando riqueza, bienestar y asentando la población en los municipios. Los veinte jornales del campo son lo que son, un subsidio necesario, pero que nos lleva, sin querer, a la dependencia de floración, lluvia y PAC; y a frustrarnos ante la ausencia de oportunidades que nos permitan salir de ese bucle. Todas las administraciones públicas deberían trabajar de forma coordinada en hacer de nuestra provincia una tierra atractiva para empresas. Al igual que el estudio sobre el reparto óptimo del agua, cuánto más interesante sería conocer qué características ha de tener un territorio para atraer a empresas y despertar la inquietud emprendedora. A priori, me atrevo con algunos factores claves sobre los que hay que trabajar. Infraestructuras que mejoren el transporte tanto de pasajeros como de mercancías, suelo industrial asequible en parques empresariales que generen sinergias sectoriales, financiación a la innovación y, sobre todo, eliminar los obstáculos que muchas empresas encuentran, en ocasiones, por un exceso de burocracia, que se convierte en acoso y derribo. Es curioso, pero tan solo una de estas empresas, Valeo, genera una facturación equivalente al 40% del negocio del Aceite de Oliva en la provincia de Jaén. Si tuviéramos una empresa de estas por San Juan y cientos por Navidad, otro gallo cantaría.