Una fantástica mañana en Arrayanes

Con el programa “Prensa-Escuela” este cronista recorre la provincia un trimestre de cada curso y se lleva las mayores y mejores alegrías y sorpresas >> Esta semana, parada en un colegio del barrio de Arrayanes de Linares >> Inolvidable lo vivido

13 may 2018 / 11:02 H.

Hay días que merecen especialmente la pena y uno de ellos explotó con todos sus parabienes esta semana en Arrayanes, un barrio de Linares acostumbrado a ser la cruz de los informativos, la cara bonita se queda para los de siempre, que los desheredados parecen no tener ni derecho a la sonrisa. Pero sí, Arrayanes está vivo, sufre inmensamente, incrustrados como están en él los renglones torcidos de Dios, desde hace tanto tiempo sobrevive al día con el mañana como clavo ardiendo. Bien está que por una vez hablemos de Arrayanes con la felicidad y la sorpresa como bandera. Su presente es el que es y la mañana del martes, que este cronista vivió intensamente con los escolares del Colegio “Francisco Baños”, quedará marcada como un baño de realidad, de cómo con nada se es feliz, de cómo con poco se es inmensamente feliz.

Mi reconocimiento público, sazonado con admiración inmensa y un aplauso hasta que duelan las manos para las maestras y maestros del cole de Arrayanes. Qué inmensa labor, qué capacidad de entrega, qué convencimiento de lo que hacen y porqué lo hacen, qué paciencia, qué tino, qué grande que haya profesionales de la educación enamorados y enamoradas de su profesión y no tengan en cuenta más que el futuro de unos niños y unas niñas señaladas por esta nuestra sociedad como carne de cañón para todo lo que no es lo normal, que crezcan felices, que aprendan felices, que jueguen felices. Felicidad en sus rostros, inocencia en sus ojos, sonrisa franca en sus labios. ¡Qué mañana más fantástica en Arrayanes! Con letras de titulares de periódico me traje para la Redacción una carta inconmensurable: “Gracias por venir, gracias por ayudarnos a aprender, gracias por darnos la oportunidad de estar informados”. Las gracias eternas serán mías siempre porque un cronista que bebe de la realidad tomará las más justas decisiones cuando se enfrente a esos trazos despiadados de la vida. Permítanme que acabe contándoles que nada más entrar se acerca un niño del cole, mellado y con mechas y me dice: “¿Le puedo dar un abrazo?” Se llama Travis y ya está en mi corazón.