Un otoño determinante

29 ago 2017 / 10:21 H.

El verano nos ha sobrecogido con el duro ataque terrorista que a todos nos ha dolido en lo más hondo de nuestro sentimiento humano y solidario. Atrás va a quedar un agosto que nos ha vuelto a evidenciar nuestra vulnerabilidad frente al terrorismo yihadista y que ha truncado la vida de decenas de familias rotas por la sinrazón de la violencia terrorista. Después de las imágenes de unidad vistas durante estos días no deja de sorprendernos sin embargo, la dura e intransigente actitud del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que apenas una semana de los atentados de Cambrils vuelve a la carga de la confrontación con su nueva ofensiva sobre el referéndum independentista.

Según Puigdemont, los atentados no deben cambiar la agenda secesionista y ha cargado con una más que cuestionable interpretación de los atentados, rompiendo así no solo la unidad institucional que desde todas las partes se ha intentado preservar, sino que sigue siendo una fuente inagotable de provocaciones.

La gran manifestación del pasado sábado en Barcelona, ha dejado patente la unidad de todas las instituciones y de todos los ciudadanos y ciudadanas contra el miedo, el odio y la violencia. Sería importante con ese mensaje cívico aprender trabajar por una cultura de la paz y el entendimiento. Es importante recordar que fue precisamente la unidad frente ETA , lo que más contribuyó a su aislamiento y desmantelamiento. La Unidad en estos casos, es algo más importante que una simple actitud y tiene un valor estratégico fundamental en la lucha contra todo tipo de terrorismo. Por eso no debemos ofrecer divisiones frente al terrorismo yihadista. Debemos evitar la división entre Oriente y Occidente, debemos no alimentar la islamofobia y sobre todo fomentar sociedades fuertes democráticamente, esa será nuestra mejor arma.

En este contexto se entiende aún menos la actitud del Puigdemont de seguir adelante con un Referéndum declarado ilegal ya por las máximas instituciones del Estado. Es inevitable mezclar los atentados con el Referéndum independentista y todo lo ocurrido deberá llevar a reflexionar a las autoridades catalanas y al gobierno de España y proponer fórmulas que eviten el choque institucional más fuerte que estamos viviendo desde la llegada de nuestra democracia.

La última sangre derramada por la irracionalidad del terrorismo yihadista, es una muestra de toda la sangre derramada a lo largo de la historia por la irracionalidad de los nacionalismos, las religiones, las intransigencias, los nepotismos, las dictaduras. De algo nos debería servir la sabiduría acumulada en los últimos XXI siglos de civilización y evitar esta “guerra institucional” absurda entre nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, que aunque no ha dejado víctimas mortales, está ocasionando ya mucha erosión en nuestro Estado social y nuestro pacto de convivencia. Este mes de septiembre debería marcar un antes y después en el debate territorial y debería arrancar con la unidad de todos los demócratas para crear un espacio de debate en el Congreso, como han propuesto algunas fuerzas políticas y una comisión de estudio sobre nuestro modelo territorial, que de una vez por todas termine por abordar la cada vez más necesaria reforma del Senado, para terminar de configurar nuestro Estado federal de las Autonomías. El órdago catalán debería acabar con un debate maduro y profundo sobre nuestro modelo territorial.