Un jornalero de cine

18 jul 2016 / 18:00 H.

El sector más moderado de la organización que lidera Pablo Iglesias en España lidió hasta el último momento para que su nombre no apareciera en las listas electorales. Está claro que los “errejonistas” perdieron la batalla emprendida en Andalucía por su principal valedora, Teresa Rodríguez, una incondicional de quienes mantienen una constante lucha obrera y sindical. Diego Cañamero Valle (Campillos, Málaga, 1956) aprovechó el encarcelamiento del jiennense Andrés Bódalo para meter cabeza en la candidatura de Unidos Podemos y, en la segunda vuelta electoral, consiguió introducir el pie en el Congreso de los Diputados. Ya tiene la credencial en su mano que certifica la “ocupación” de un “banquillo” en la Cámara Baja. Fueron los jiennenses quienes lo auparon hasta el tan disputado escaño en las elecciones del 26 de junio.

Jornalero de profesión, el cunero tiene a sus espaldas una vida de película que trata de divulgar con las cámaras delante siempre que tiene oportunidad. Empezó a trabajar en el campo guardando cabras, con seis años, y dos más tarde comenzó a cobrar su primer jornal. Aprendió a leer y a escribir con el “Catón” y, aunque hubo un tiempo en el que tuvo que emigrar a Cataluña para trabajar en la construcción, regresó a su tierra adoptiva, El Coronil, para hacerse cargo de la familia numerosa que dejó su padre al morir.

Remolacha, uva, aceituna... No hay campaña temporera que no haya probado. La dureza del empleo a la intemperie hizo que pronto entrara en los círculos clandestinos en los que debutó el sindicalismo obrero en Andalucía. Eran tiempos de la dictadura de Francisco Franco. “Recuerdo que nos reuníamos debajo de los puentes, en lugares escondidos, hasta que decidimos arrendar una casa para empezar a organizarnos como movimiento”, rememora. Con Francisco Casero y el cura Diamantino García comenzó la aventura de lo que hoy es el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).

Diego Cañamero radicalizó su lucha hasta el punto de llegar a convertirse en algo parecido al “Robin Hood” del campo andaluz. Él, y unos cuantos como él, protagonizaron auténticas escenas del séptimo arte. Ocupaciones de fincas, aeropuertos, cortes de carreteras, bloqueo de las vías del tren, marchas multitudinarias, huelgas de hambre. Él siempre aparece en primer plano, con el puño de una mano en alto y un megáfono en la otra. El espectáculo está asegurado con su presencia. Tanto que resulta habitual que las fuerzas de seguridad mantengan abierto un dispositivo de búsqueda y captura. Declarado insumiso judicial, ha ingresado hasta cinco veces en la cárcel, aunque nunca estuvo más de un mes. Hubo una ocasión en la que el pueblo del que fue alcalde durante diez años se tiró a la calle para pedir su indulto. El último arresto fue en 2013, cuando protagonizó un asalto a Carrefour, en Dos Hermanas, para entregar material escolar a las familias que ocuparon la Corrala de la Utopía en Sevilla.

No es el único asunto que tiene pendiente con la Justicia. Hay más. Consciente de que le puede ocurrir como a su compañero Andrés Bódalo, a quien visitó la semana pasada en el Centro Penitenciario de Jaén, asegura que su paso por la más alta institución pública será “coyuntural”. Lo suyo es la lucha sindical. Ahora bien, su intención actual pasa por defender al “pueblo” jiennense y andaluz. Quiere continuar como jornalero en su escaño y, aunque su sueldo superará los cuatro mil euros, a su casa “entrará” lo que establece el convenio del campo en la provincia de Jaén. El resto irá a la caja de resistencia del SAT con el objetivo de sufragar las multas impuestas a los sindicalistas. Diego Cañamero, piel curtida y camiseta, acatará la Constitución para cambiarla. El Congreso de los Diputados será el “cortijo” en el que tendrá vía libre para que las cámaras lo conviertan, una vez más, en un jornalero de cine.