Un amor para siempre

28 dic 2018 / 09:34 H.

No te lo perdono. Lo siento. Quiero incondicionalmente a la familia que tengo, quiero a las ovejas negras de mi familia ,ya que no tengo claro si hay alguna blanca, y a mis cuadros ladeados. Pero teníamos una oveja blanca y nos la arrebataste demasiado pronto, sin avisar, sin preguntarnos. Con ella te llevaste la posibilidad de ser ovejas blancas, porque era mágica, imprescindible, la que nos hacía ser mejores ovejas. La que podría haber hecho que nuestra lana incipiente fuese blanca y no negra. Hiciste que una silla de nuestra mesa esté vacía los años de vida que nos queden, nos impusiste una realidad de la vida cuando aún éramos demasiado jóvenes, demasiado inocentes y cuano éramos cuadros derechos y no torcidos. No te lo perdono. Lo siento. Si por error mandas un ángel, no rectifiques llevándotelo de malas maneras. Te fastidias y no nos hagas pagar a nosotros las consecuencias de tu error. Santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita. Pero como eres omnipotente, te permites el lujo de hacer y deshacer a tu antojo y aunque agradezco lo bueno que tengo, que no es poco, te llevaste a nuestro Ángel. Y eso, lo siento, pero no te lo perdono.