de fe

10 may 2017 / 10:10 H.

Feria del libro de Granada (o de Sevilla o de Madrid), en la caseta, parapetada detrás de un buen puñado de libros, espero. Se acerca alguien, me mira, contempla mi libro a distancia, no nos reconoce y se dispone a marcharse. No lo dejo, pongo mi novela en sus manos y le explico quién soy y lo que escribo. Me observa a hurtadillas, envuelto en dudas, mi cara no le suena y el título tampoco. No salgo en ninguna cadena de televisión ni mi libro está recomendado en periódicos o revistas. Solo puedo ofrecerle mi palabra y mi entusiasmo. Se da por vencido, o mejor, por convencido, y compra el libro. Firmo y le agradezco la confianza, ese acto de fe que acaba de hacer al dar una oportunidad a una escritora de provincias, de la desconocida Jaén, precisamente. Hay gente que se pregunta para qué sirven las ferias del libro si ahora las acaparan los youtubber y los famosos televisivos de variopinta calaña. Mi respuesta está clara: para que algún osado lector se deje convencer por un escritor apasionado de que “es mejor lo bueno por conocer que lo malo conocido”.