Turismo y subsistencia

10 ago 2017 / 10:41 H.

Desde los años 60, en que los visitantes extranjeros en el periodo estival se empezaron a contar por millones, el turismo representa una parte importante de nuestro PIB. Aún recuerdo una singular canción de aquella época dedicada al “¡¡Turista 1.999.999!!”.

Siendo un sector tan importante presenta sus luces y sus sombras. La gran cantidad de empleo que crea, es en su mayoría parcial, en precario y desde luego estacional, con salarios bajos. Y eso que tenemos mucho que ofrecer: Playa y Sol, interior, montaña, cultura y monumentos, gastronomía..., todo ello sin mencionar nuestra sanidad pública y un buen sistema hotelero (tal vez ambos entre los mejores del mundo). Sí, hemos de rebajar la permisividad tan nociva en algunos lugares ante ese turismo de “alcohol y vandalismo” que abusa de nuestra acogida.

Las últimas noticias de este verano confirman que cada comunidad autónoma o ayuntamientos y diputaciones dictan sus propias normas, en muchos casos contradictorias. Se sufren boicoteos en algunos lugares; se disparan los precios de los hoteles sin motivo aparente, reflejando una preocupante ausencia de planificación.

Ha llegado el momento de crear una “auténtica” industria del turismo, coordinada desde el Estado, con todas las otras administraciones, que contemplen todos los aspectos del mismo (alojamientos, transportes y rutas, monumentos, arte y cultura, gastronomía, conservación del medio ambiente...), en una estructura bien regulada y organizada, que atendiese a salarios y a precios, que atenuase la estacionalidad, o sea: Planificar y superar este “totum revolutum” actual.

Estados Unidos lo hizo con su industria del cine, o Francia con su industria cultural. Si nosotros lo hiciéramos con el turismo eso sería la auténtica “Marca España”. Seríamos un país con una gran industria.

Este verano se han producido noticias sobre hechos contradictorios entre sí: Suben los precios de los hoteles, sin justificación y al mismo tiempo crece la indignación por el alquiler indiscriminado de habitaciones para turistas. Ambos casos revelan una inexistente o mala regulación, porque, ¿cómo pueden alojarse gran cantidad de turistas con precios hoteleros altos? El alquiler es la posibilidad de alojamiento para mucha gente, desde luego para los más jóvenes o los de menor poder adquisitivo. Al mismo tiempo es un complemento de renta para los que no tiene otra forma de llegar a fin de mes, y esto ha ocurrido siempre en España con estudiantes y trabajadores desplazados. Ahora ocurre también con turistas y no debe de haber ningún escándalo en ello. Otra cosa es que deba regularse. Los grandes problemas nacionales siguen siendo, el alto desempleo, los bajos salarios, las expectativas juveniles, la desigualdad, las bajas pensiones.

La respuesta pasa por crear una industria turística que genere empleo de calidad y en cantidad, exijámoslo. Centrar el problema en las habitaciones alquiladas, implica una mala percepción de la realidad. Este año ha surgido la “turismo-fobia” de la mano de algunos grupos de descerebrados, que atacan instalaciones turísticas, piden expropiaciones tratando de desestabilizar en vez de aportar a un recurso vital para este país.

Los especuladores y sinvergüenzas no están en los que alquilan habitaciones para complementar su renta. Miren por ahí y los verán.