Tregua flamenca

    26 may 2019 / 11:10 H.

    Es cierto. Y así lo ha señalado el poeta García Montero, la corrupción de la sociedad comienza por una corrupción del lenguaje. Las precedentes semanas, en plena campaña electoral, han venido cargadas de humillantes descalificaciones. Se ha atribuido a uno de los contendientes prácticas mafiosas, propias de la Sicilia del siglo pasado. Más que debate ha sido algarabía o gallinero político. Degradante en el lenguaje mitinero, esperpéntico en la variedad de formas utilizadas para acatar la Constitución, tan desprovistas de rigor por los barroquismos empleados como ignorante consciente del sencillo significado del verbo acatar: tributar homenaje de sumisión y respeto a la constitución. Las precedentes semanas han constituido una hartazgo social que ojalá no se traduzca en abstención. En esta campaña, se necesitaba una tregua y por fortuna, al menos en Jaén, nos la ha ofrecido La Peña Flamenca de esta ciudad, con la convocatoria de la XXXIV semanas de estudios flamencos. Salvando siempre uno y otro escenario, nadie puede cuestionar la diferencia entre el alegato machista, oído en campaña “las feministas feas les dicen a las mujeres lo que tienen que hacer”, y la letra por alegrías de Cádiz “las gitanitas del puerto/ le dicen a las de caís /a donde compráis la gracia /de la sal que derramáis”. Pero no solo es eso: la quietud, la emoción que te embarga ante un cante por soleá de Alcalá, de Joaquín el de la Paula frente a invocaciones secesionistas o sobreactuaciones verbales “juro por España”. Quienes integran este colectivo flamenco, han de cuidarse también de que no se corrompa el lenguaje de esta cultura que, durante medio siglo rescataron, en Jaén de prostíbulos y mansiones de señoritos. El lenguaje es en ocasiones como el sacramento de la realidad, esto es, el patrimonio cultural que ha de salvaguardarse, ponderando mediante la reflexión hacia donde deben dirigirse las posibles innovaciones del flamenco clásico. Esta semana dedicada al recientemente fallecido Rafael Valera, ha contado con ponencias extremadamente esclarecedoras, junto a las intervenciones de cante y guitarra, así como de una mesa redonda integrada por representantes de los más importantes medios como homenaje al penúltimo presidente de esta peña, Rafael Valera que supo salvaguardar el lenguaje flamenco, significante y significado de un arte que ya se ve acometido por espurias modificaciones, en una controvertida evolución que se anuncia por el lenguaje , con expresiones como neo flamenco, flamenco fusión o flamenquito. Las denominaciones no son neutras sino que afectan a la realidad que significan. Como si resultara antagónica la estructura clásica del flamenco con innovaciones que valgan para una reinterpretación de este arte. Lo cierto es que ya existe una notable bibliografía en la que se confronta la autenticidad de los grandes maestros con el denominado neo flamenco. En modo alguno, son incompatible la tradición y la libertad creadora pero ésta no debe sustentarse en que la pureza es un corsé, ni las innovaciones suponen la negación de lo jondo.