Tranvías y fiascos

    09 jul 2021 / 14:51 H.
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    J aun, tierra de fronteras, es el segundo lugar del mundo con más castillos y
    fortalezas; cerca de 400 catalogados. Pues, a pesar de esto, os garantizo que hay más primeras piedras enterradas de inauguraciones fallidas, que en los muros
    de nuestras fortificaciones. Desde que nos vamos acercando a nuestra capital procedente de Albacete, ya nos van acompañando
    esas vías muertas, túneles y estaciones que se quedaron en su día a la espera de su puesta en servicio. Esas vías hubiesen servido para vertebra nuestra provincia con el tan cacareado corredor central mediterráneo, pero
    recordemos que después de más de seis décadas de obras y cuando se llevaba realizado más del 78% del total de la obra, en 1983 fue dada la orden de desmantelar todo lo realizado, quedando como tristes testigos esas estaciones abandonadas que nunca albergaron pasajeros y esos túneles que para lo único
    que han servido es para el cultivo de las setas.

    Cuando entramos a la capital por la avenida de Granada, nos reciben erguidas esas dos altísimas torres que parecen estar en el centro de ningún sitio. Iban a ser la que marcasen el principio de esa gran avenida que conduciría recta hacia la Catedral, lo que haría que desde la misma entrada se viera nuestra joya del renacimiento, conformándose un cuadro que dejaría boquiabiertos a los visitantes. Este proyecto se llamó el ensanche de la carrera y, aunque se comenzó a ejecutar y a expropiar, pronto se vino abajo la efervescencia del proyecto y se abandonó, quedando esos dos testigos mudos del fiasco.

    A escasos 100 metros de las torres, se encuentra el parking sin acceso que fue construido en los terrenos del antiguo campo hípico en la legislatura de Carmen Puri. De la partida económica del Plan de Zapatero de obra pública, se quisieron emplear parte de esos fondos en la construcción del aparcamiento, pero como el inmueble estaba cedido mediante concesión administrativa al club
    hípico de Jaén, se encontró con la oposición de los interesados al no tener donde llevar
    los caballos, por lo que se tuvo que buscar
    un nuevo emplazamiento. Los nuevos terrenos se tuvieron que expropiar y adecentar para el traslado de los caballos, valorándose en 3.500.000 euros. El justiprecio se entregaría en parcelas municipales. Pero aquí no acaba la ruina, porque a la hora de la suscripción de la escritura de permuta, había cambiado el gobierno municipal y José Enrique Fernández de Moya se opuso cuando ya el Ayuntamiento había ocupado el suelo del nuevo espacio hípico. Esto llevó a la sociedad mercantil a acudir a los tribunales contenciosos, donde ganaron en las tres instancias (Jaén, Granada y Supremo), por lo que ahora tienen que dar ese justiprecio, no se sabe
    si en metálico o en terrenos, lo que se está
    decidiendo en ejecución de sentencia. Pero,
    lo más importante es que tendrán que pagar intereses a un diferencial altísimo. Al final,
    la culpa siempre del otro: unos acusan al contrario de no haber supervisado la viabilidad, debidamente, su concejal de Hacienda (¿quién era?), y otros acusan de haber cerrado los ojos y no querer asumir las deudas a la nueva corporación. A cambio de esta ruina,
    tenemos un magnífico helipuerto en el
    centro, con mirador incluido para que
    podamos contemplarlo en nuestros paseos por la Alameda. Si juntamos raíles, torres y parking, parece que nos estamos refiriendo a nuestra entrada a Jaén por la carretera de Madrid, en la que nos recibe ese tranvía
    mil veces inaugurado, por el que ya se han vertido ríos de tinta en sus intentos de
    puerta en marcha y que, por ahora, solo ha servido como un ejemplo más de lapidación de dinero público y de bochorno ante los
    que nos visitan.

    Vosotros, los dos partidos que nos habéis llevado a esto, seguid pregonando sin pudor lo buenos que sois los unos y lo malos que son los contrarios. Yo seguiré contando periódicamente las maravillas de nuestros gestores, aunque se me llame agorero, para que no se nos olvide el día en que tengamos que depositar nuestras esperanzas en una urna.

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