Tranvía, maldita desilusión

18 may 2019 / 11:13 H.

Hace un año, el 12 de mayo, se publicaba en esta misma sección mi artículo titulado “Tranvía, bendita ilusión”. En aquella ocasión, la firma del convenio entre Junta de Andalucía y Ayuntamiento por el que acordaban la puesta en marcha del tranvía inspiraba cual Machado las líneas que analizaban tan buena noticia. Lamentaba, por entonces, que la inversión fallida durante siete años se había convertido en una trampa a modo de conflicto popular por la que unos y otros se defendían o atacaban como “hooligans” tatuados con los colores de su club. Aquel acuerdo ponía fin a un desorden que tanto nos costaba explicar, sin avergonzarnos, a quién nos visitaba. Un viejo lector, a los pocos días, me tachó de romántico e ingenuo al augurar que el tranvía nunca andaría en Jaén y que todo eso eran patrañas, pues ni unos ni otros harían nada por Jaén y lo argumentaba con un buen repaso de promesas incumplidas. Las inversiones se van a otros lugares, me decía, y a nosotros nos toca resignarnos por el tiempo perdido y el que se perderá hasta que llegue el AVE a Jaén, las autovías a Córdoba o al Levante o se asienten empresas que generen empleo. Darle la razón, meses después, al conocer que se rompía el acuerdo del tranvía supuso un baño frío de realidad en el que se mezclaba desilusión, ridículo e indignación. Ciertamente me costaba creer que aquel documento no recogiera técnicamente todos los capítulos necesarios como para no poder denunciar un incumplimiento. Y así seguimos, conformes con todo lo que nos dicen, y como diría Unamuno, sin querer creerlos, creyéndolos. Dentro de pocos días un buen número de jóvenes irán a votar por primera vez, posiblemente ilusionados pensando que lo que metan en un sobre podrá ayudar a que se ponga en marcha el tranvía. O igual no, porque en sus peticiones municipales habrá otras cuestiones como la vivienda o el empleo. Al fin y al cabo, debemos entender que cuando anduvo el tranvía ellos estaban haciendo su primera comunión y puede que consideren el actual aparcamiento de superficie como el estado normal de las cosas. En mi ilusionado artículo de hace un año felicitaba a los artífices de aquel acuerdo por haber logrado un entendimiento teniendo en cuenta como estaba el patio y las cuentas corrientes. La ciudadanía, a través de cultura económica, debe ayudar a la clase política a realizar bien su trabajo. Hoy sigo confiando en que los políticos tienen como objetivo el desarrollo de su ciudad y que éste debe estar por encima de intereses particulares y o de partidos. Animo a aquellas personas que se han presentado a las elecciones municipales a que sean valientes, responsables y que, ya sea gobernando o en la oposición, trabajen por su ciudad, por llegar a entendimientos, y a escapar de esa corriente succionadora de “lo peor para ellos, lo mejor para nosotros”. Que cuando dejen sus asientos puedan tener la enorme satisfacción del trabajo realizado. Se hace perentorio el saneamiento financiero de nuestro Ayuntamiento porque donde no hay es muy difícil crear. Pero aparte de dinero, necesitan fuerza, aliento, y menos comentarios cargados de mala intención, porque echar a andar el tranvía es solo el principio. Son muchas las piezas que necesitan colocarse en este Tetris desordenado, en esta tierra que no puede quedarse en vía muerta.