de queda
Sucedió, seguramente, en las antiguas polis griegas. En Roma, primer imperio insaciable de la Historia. También en Egipto, Babilonia, China. En París, Francia, con Hitler pasando bajo el Arco del Triunfo; y en Berlín, Alemania, con los aliados sitiando el Reich. Antes, en la primera guerra mundial. España, 1936. Entre las tribus indígenas sin contacto con el mundo occidental. Ha sucedido en todas las sociedades: ante el peligro inminente o la amenaza de lo desconocido, se declaraba el toque de queda. Podía ser engorroso, porque a nadie le gusta que pongan límite a las coordenadas espaciales o temporales en que habita, pero cuando uno entendía que el enemigo estaba a las puertas o veía que las balas silbaban sobre la cabeza, se escondía y esperaba a que escampara. Hoy se oyen noticias sobre manadas y nuevas manadas y noches etílicas (y qué más) de San Juan, se ven imágenes de adolescentes semidesnudos de juerga non-stop, baby / sigue, sigue / dale, mamita y no se le ocurre a nadie imponer un toque de queda en el imperio de su casa. Porque (digo yo que es eso) a mi hija no le va a pasar, mi hijo no lo hace. Disculpen la osadía. Tan vieja, tan radical como la vida misma.