Todos somos pensionistas

03 mar 2018 / 11:14 H.

Conozco a un señor que a un mes de cumplir noventa y dos abriles, lleva más años de pensionista que cotizados. Huelga decir que no llega a setecientos euros mensuales y que empezó a trabajar desde muy niño. Una de mis vecinas, viuda y con regular salud, nunca ha dado un palo al agua que no fuera en su hogar, aunque, eso sí, todos los meses en su cartilla le ingresa el Estado la pensión de viudedad. Hay que añadir que los hijos le costean su inquilinato, porque a ella no le alcanza con los cuatrocientos y pico euros que cobra. El otro día me encontré a un amigo que me contó que gracias a los cursillos del INEM, ha aprendido informática, fontanería, electricidad, jardinería y no sé cuántos oficios más. Parece ser que aún le faltan algunos, porque a sus cincuenta y nueve tacos lleva casi diez, que si no es por los abuelos. En la plaza que hay detrás de donde vivo, minutos antes de que den las dos de la tarde los puedes ver, con sus ojos pendientes de sus nietos y nietas que salen del colegio. Ancianos y ancianas, parecidos en su edad y en lo vivido. Parientes de los que les queda por vivir, pilares de la convivencia.