Timos de historia pequeña

09 sep 2017 / 11:56 H.

Los trileros no tienen complejos con la moral, da igual quién esté al otro lado de la mesa. No entienden de situaciones, da lo mismo sisar al rico que al pobre, el objetivo último es hacerse con el botín. El timo del falso empleo en la vendimia francesa evidencia que nuestros chuscos ladrones manejan también la realidad virtual, las redes para pescar necesitados. La tecnología también permite universalizar el cómo meter la mano en bolsillo ajeno. La evolución en las formas, el fondo, duela más o menos, es el mismo. Jaén sigue siendo tierra fértil para buscar el trabajo fuera, con contrato o sin él para soñar. Lleva razón en esto Andrés Bódalo, desde su retiro desde la cárcel, pasan los siglos y Jaén no cambia. Somos una potencia exportadora de jornaleros, mano de obra cualificada, pero sujeta al Ibex de la precariedad. Podemos ponerle una cara pajuata de asombro, darle al “like” a alguna queja, eso es la novedad con respecto al pasado reciente. Hay quienes se contentan en que ahora viajan con todas las garantías. Pírricos de pensamiento, obra y omisión. Es nuestra versión casposa de aquel aforismo perpetrado por aquella dama —cuyo nombre no recuerdo ni tengo intención— que acuñó aquello de que los jóvenes españoles no emigraban por precariedad laboral, estaban desparramados por el mundo para aprender idiomas. Una diáspora de Erasmus hasta la jubilación. Sin duda, una pocholita hija del Brexit. Es el problema, al fin y al cabo, de construirnos sociedades artificiales a nuestra imagen y semejanza de nuestros deseos más íntimos.

En Cataluña, España perdió el relato de los hechos por altivez política, por cobardía pública y ahora nos sorprende, hasta cierto punto, no ya la deriva, sino la impúdica capacidad de saltarse la legalidad a la torera. Se han forjado un país imaginario, una distopía (una utopía chunga) donde todo les irá de “collonut” y los catalanes que no piensen como ellos estorban. Así vimos a Carme Forcadel haciendo un salto de la rana en mitad de la plaza parlamentaria saludando al tendido nacionalista. Descabello a la Constitución y al Estatut. Con el Joker del nacionalismo, Mas, en el balcón aplaudiendo el espectáculo. Él —que como el villano de cómic, no sabe nada de su pasado, que cambia su historia cada cinco minutos— quiere blanquear la historia y la de los demás. Los derechos parlamentarios pisoteados, y aun así, hay quien sigue buscando el atajo para no hablar claro. Hachazo a los procesos democráticos. El peligro reside ahora en que la tensión de la plaza se traslade a las calles. En esas estamos. Al margen del triste episodio de las banderas en el Parlament, quedémonos con el espontáneo de Joan Coscubiela, portavoz ya señalado de por vida en Catalunya Sí Que es Pot (Podemos con sus diatribas, ICV y EUiA), que arremetió contra unos procedimientos antidemocráticos, en los que una mayoría parlamentaria desprecia a las minorías y sienta un precedente bochornoso. “Es cogerle el gusto al autoritarismo”, dijo con claridad a una bancada nacionalista que no esperaba el revés. Esa es la cicuta con la que se trapichea en los escaños soberanistas para poder cruzar su última frontera. Sus sensatas palabras —ya por la mañana había advertido de los peligros de unos bucaneros dispuestos a arrasarlo todo por el botín— merecieron la ovación del ala constitucionalista. Y es que parte de la discusión es muy básica por más que el charnego ilustrado de Rufián desvíe el tiro por Twitter. Qué hartazgo de pajarito. Cada día que pasa soy más arisco digital, y sin digital.

En fin, no hablamos claro, ni en el Ampurdán ni por Sierra Morena. Aquí hay alcaldes que van a “eventos taurinos” y, a uno se le marca la vena animalista ante semejante cogida lingüística. El nivel de tolerancia a la horterada está altísimo. Con expreso deseo de que no le hicieran un “spoiler” de la corrida ni del problema catalán. Continuará.