Susana y el armagedón

01 dic 2018 / 11:07 H.

Ala partida de ajedrez bipartidista se suman nuevas manos, más jugadores. Las posibilidades de apertura son finitas para romper las tablas de los sondeos. De la mesa electoral a la mesa camilla de los pactos. La iniciativa, por más que caigan chuzos de punta, la mantiene Susana Díaz, recuperada para la causa andaluza y en forma para luchar contra todos. Los movimientos de la reina eran tan ilimitados que, incluso, se aventuró fuera del tablero andaluz para ganar “nuevos territorios”, pero eso fue solo una escaramuza, dirán. Tras replegarse en el feudo, al resguardo de alfiles, caballos y el resto de peones tiene la posibilidad, unas elecciones más, de mantener la bandera socialista, de ganar la partida. El desgaste de la marca es lento pero sin una sangría que impida mantener las piezas blancas y ser los primeros en moverse por el tablero. Hoy el “Susanismo” es el PSOE y por eso no necesita acompañarse de siglas en la cartelería de calle. Como en el enfrentamiento histórico por el Campeonato del Mundo de Ajedrez entre Carlsen y Caruana todo parecía indicar que la ventaja del primero, el maestro noruego, sobre el estadounidense era evidente, pero sin embargo las tablas presidieron todas las partidas. En muchas de ellas con clara ventaja para el campeón que pretendía retener el título. Pero si en “ajedrez clásico” podía tener ventaja en el “rápido” se siente aun más poderoso y algo parecido le puede ocurrir a Susana Díaz, si como apuntan los sondeos, necesita de un pacto para ganar las elecciones tras el escrutinio del domingo. Será el momento de cambiar el modo de juego, ahora será lo que en ajedrez se denomina “armagedón”, que sin el tremendismo bíblico viene a decir que hay que acabar la partida. El “ritmo blitz”, con tiempo limitado, le viene como anillo al dedo, como sus paseos triunfales por los pueblos andaluces, y si llega ese momento se sentirá tan fuerte y juvenil como el noruego de marras. Tendrá piezas blancas, lo que quiere decir que dispondrá de más tiempo para realizar su jugada, aunque esté obligada a ganar la partida. Moreno Bonilla, con piezas negras, se podría declarar ganador en caso de tablas, pero ya está doctorado el PP andaluz en eso de victorias pírricas, que se lo digan a Javier Arenas el campeón sin título, el único que ganó unas elecciones en Andalucía con la marca PP. Sin necesidad de algoritmos de ordenador tiene Susana Díaz posibilidades de movimiento a izquierda y derecha para prolongar un estado de gracia en forma de pacto puntual o apoyos esporádicos. El ciudadano Juan Marín y el tándem de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo aspira a jugada maestra. Y es que desde hoy podemos olvidar todas las referencias a pactos, la negación a compartir lecho de poder, a negar por tercera vez que no gobernarán con sus votos. Si acudieran hoy a la hemeroteca, verían esas referencias en blanco, no existen, y si acuden enfadados a las grabaciones para certificar lo que habían escuchado, de que no pactarían con fulano o mengana, comprobarán que se han borrado. Ya no queda rastro de lo dicho, era nadería política, pompitas de jabón. Las agujas del reloj se mueven y lo anterior es terreno virgen, en blanco y negro. Como corren otros tiempos, en caso de desempate, la negociación será rápida no es cuestión de estar seis meses frente al tablero hasta dilucidar ganador, como les ocurrió a Karpov y a Kasparov en aquellos duelos titánicos, solo aptos para nervios de acero. No, no será el caso. El PSOE, que recuperará las siglas, tendrá la capacidad citada y el PP en el caso de poder sumar y gobernar, dada su “extrema necesidad”, se echará en brazos de cualquiera, que su travesía por la siberia andaluza, entienden, dura ya demasiado tiempo. Y en el calor del debate, Vox, entra en escena y de pronto, como el que no quiere la cosa, llena el Infanta Leonor como si fuera una actuación más programada en el Festival de Otoño y Santiago Abascal el que diera el cante. Así está la cosa.