Sueños enmarcados

11 abr 2018 / 09:43 H.

Todos los seres humanos tenemos la capacidad de soñar. Y no creo que exista nada en la vida que tenga más variedad ni interpretaciones más diversas que las que tienen los sueños. Sí, hay muchas clases de sueños, casi todos diferentes y efímeros. Un sueño, cuando se está dormido, suele olvidarse al despertar. Otros se quedan grabados en nuestra mente, aunque jamás logremos descifrarlos. Los sueños, mientras se duerme, no se eligen. Pero sí se pueden elegir sueños cuando estamos bien despiertos. A esos sí les damos forma e, incluso, el final que más nos ilusiona. Y hay artistas que escriben o pintan sus sueños, como Tomás Fernández Cantos, uno de esos pintores que lleva los sueños al lienzo y los convierte en arte. Él ha dicho muchas veces, a la hora de definir su estilo, que su pintura es onírica. A Tomás lo conozco desde que era un chiquillo. Hijo del desaparecido Tomás, a quien en su juventud los chavales de aquellos tiempos veíamos jugar con el nombre de “Tomasete” en el Esperanza, filial del Real Jaén, y que medio siglo después llegó a ser mi jefe en el INEM. Tomás hijo tuvo vocación por el dibujo desde que era un niño. Siempre fue autodidacta porque dice que no le gusta que nadie le diga cómo ni qué tiene que dibujar o pintar. Tiene 59 años que encierran una larga trayectoria artística proyectada en las más diferentes maneras. Ilustraciones, portadas, lienzos y carteles anunciadores de los eventos más diversos, como ferias y conciertos. Expuso numerosas muestras, algunas de ellas con fines benéficos. Pintó mucho por encargo, pero confiesa que a él le gusta dibujar y pintar desde la libertad.

Pues mi buen amigo Tomás está exponiendo en estos días una muestra de sus creaciones, que él define como impresionismo expresionista, como reflejos humanos. Esta muestra, expuesta en el bar Bomborombillos de nuestra ciudad, exhibe una veintena de obras, de diferentes tamaños, y podrá verse hasta el próximo fin de mes, pero el artista quiere renovarlas periódicamente. Según me dijo hoy, precisamente, renovará sus cuadros, lo que obligará a quienes ya visitaron su muestra a hacerlo, otra vez, para disfrutar de más de sus creaciones. Tomás Fernández es diferente hasta para esto. Procuraré atender su invitación porque me anima saludarle, ver sus obras y, claro, saludar a Joaquín Machuca, dueño del bar y, de paso, degustar un vermut blanco.